El estudiante ruso en la Escuela María Auxiliadora


En lo profundo de la selva venezolana, se encontraba la Escuela María Auxiliadora, un lugar mágico donde los niños y niñas aprendían no solo matemáticas y ciencias, sino también valores como el respeto, la solidaridad y la amistad.

Un día llegó a la escuela un nuevo estudiante llamado Iván, quien venía directamente desde Rusia. - ¡Hola! Soy Iván. ¿Puedo sentarme aquí? -preguntó tímidamente Iván señalando un banco vacío en el patio de recreo.

- ¡Claro que sí! ¡Bienvenido a nuestra escuela! Soy Martina. ¿De dónde vienes? -respondió Martina con una sonrisa cálida. Iván se integró rápidamente al grupo de amigos de Martina y juntos vivieron muchas aventuras en la escuela.

Un día, durante una clase sobre paramericanismo (la importancia de valorar y respetar las diferentes culturas americanas), la maestra propuso organizar un festival cultural donde cada niño representaría a un país diferente. - ¡Yo quiero representar a Rusia! -exclamó emocionado Iván.

- Y yo representaré a Venezuela para mostrarte todas nuestras tradiciones -dijo Martina entusiasmada. Los días pasaron volando mientras los niños ensayaban sus presentaciones para el festival cultural.

Iván enseñó a sus compañeros bailes tradicionales rusos y les contó sobre su país natal, mientras que Martina compartió con él todo lo maravilloso de Venezuela: su música, su comida y su gente amable. Finalmente, llegó el día del festival cultural en la Escuela María Auxiliadora.

Los padres se reunieron en el patio para disfrutar del espectáculo preparado por los niños. Martina lucía un traje típico venezolano lleno de colores brillantes y bailaba al ritmo de la música tradicional junto a Iván, vestido con prendas rusas auténticas.

Al terminar las presentaciones, todos los padres aplaudieron emocionados. La maestra felicitó a los niños por su esfuerzo y dedicación en mostrarle al mundo lo hermoso que es aprender sobre otras culturas y países.

- ¡Estoy muy feliz de haber venido desde Rusia hasta Venezuela para conocerlos a todos! Gracias por aceptarme como uno más -dijo Iván con gratitud en sus ojos. - Y nosotros estamos felices de haberte conocido también.

En esta escuela siempre serás parte de nuestra familia -respondió Martina abrazando a su amigo. Así, entre risas y abrazos, los niños comprendieron que no importa de dónde vengamos o cómo luzcamos; lo importante es valorarnos mutuamente y aprender juntos en armonía.

La Escuela María Auxiliadora seguía siendo un lugar mágico donde florecían la amistad y el respeto entre todos sus estudiantes.

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