El Examen en el Caos
Era un día como cualquier otro, cuando Lucas, un chico de doce años, salió de su casa con su mochila llena de libros de química y un bocadillo de dulce de leche. Había escuchado en las noticias sobre una extraña enfermedad que estaba afectando a la gente, pero le pareció que esas cosas siempre pasaban en lugares lejanos.
"¡No te olvides de estudiar para el examen!" - le gritó su mamá desde la puerta, mientras él se alejaba.
A medida que Lucas se acercaba a la escuela, el ambiente comenzó a cambiar. La gente parecía más nerviosa, y las sirenas deambulaban en la distancia. De repente, escuchó un ruido extraño detrás de un árbol. Se acercó cuidadosamente, y para su sorpresa vio a una persona que parecía estar trastornada. Era un hombre que se movía de manera extraña.
"¡Ayuda!" - gritó una chica que pasaba corriendo, pero Lucas no entendía qué estaba sucediendo. En ese instante, un escalofrío recorrió su espalda. El hombre, que poco a poco se había acercado más, tenía un aspecto aterrador.
"¡No! No puede ser..." - murmuró Lucas mientras retrocedía lentamente. Esa figura era un infectado, un zombi. Su corazón latía con fuerza mientras recordaba las indicaciones de su profesor sobre cómo reaccionar ante emergencias.
Con un impulso de valentía, Lucas echó a correr hacia la escuela. Necesitaba encontrar a su hermano menor, Tomás, que estaba en su clase de química. Al entrar al edificio, se dio cuenta de que todo era un caos. Sus compañeros corrían asustados, las luces parpadeaban y la maestra gritaba tratando de calmar a todos.
"¡Tomás! ¡Tomás!" - llamaba mientras itentaba avanzar entre la multitud.
Finalmente, lo encontró en su clase, enterrado en libros y rodeado de compañeros, que miraban con terror lo que sucedía fuera de las ventanas.
"¡Lucas! ¡¿Qué hacemos? !" - preguntó Tomás, asustado.
"Tenemos que salir de aquí. ¡Es peligroso!" - respondió Lucas decidido.
"¿Dónde vamos?" - insistió Tomás.
"A la casa de abuela. Está más lejos de la ciudad, ahí estaremos seguros. ¡Vamos!"
Los dos hermanos se tomaron de la mano y corrieron hacia la salida. Pero, al llegar a la puerta principal, se encontraron con un zombi bloqueando su camino.
"¡No! ¡No puede ser!" - chilló Tomás.
Pero Lucas se acordó de algo que había estudiado en química sobre las reacciones. Pensó rápidamente.
"Si ese zombi está tan preocupado, tal vez..." - dijo, mientras observaba una botella de productos de limpieza cerca de un grupo de estudiantes.
Corrió hacia la botella y, mientras que el zombi empezaba a acercarse, Lucas arrojó el contenido hacia él. El zombi se sacudió y se detuvo, confundido.
"¡Rápido, Tomás!" - gritó Lucas mientras señalaba la puerta de emergencia.
Los hermanos salieron corriendo, saltando sobre los escombros y evadiendo a otros infectados que vagaban por la calle. Al llegar a un parque cercano, se escondieron detrás de un arbusto y tomaron un momento para recuperar el aliento.
"¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Tomás, con ojos grandes.
"Debemos llamar a mamá. Ella podría saber qué hacer" - dijo Lucas mientras sacaba su teléfono y se dio cuenta que no había señal.
"¡Lo olvidé! La abuela tiene el teléfono!" - exclamó Tomás.
"¡Exacto! Vamos a su casa. Puedo recordar el camino. ¡Esto será una aventura!" - Lucas intentó animar a su hermano, aunque también sentía miedo por dentro.
Empezaron a correr en dirección a la casa de su abuela, haciendo lo posible por evitar a los infectados. Cada vez que veían a uno, Lucas recordaba lo que había estudiado y buscaba formas creativas de sortearlos, como escalar un árbol o usar un carrito de supermercado como escudo.
Finalmente, llegaron a la casa de su abuela. Golpearon la puerta con fuerza y, tras un rato que se sintió eterno, su abuela les abrió.
"¡Lucas, Tomás! ¿Qué les pasó?" - preguntó alarma, pero al ver su abrazo les dio una sonrisa.
"¡Es un caos fuera!" - dijo Lucas con voz temblorosa.
"Entren, los tengo a salvo. Vamos a hacer té y pensar en un plan juntos. No hay que perder la esperanza" - dijo la abuela, guiándolos adentro.
Mientras preparaban el té en la cocina, Lucas y Tomás se sintieron un poco más tranquilos.
"Siempre pensé que estudiar para el examen era lo más importante" - dijo Tomás.
"Sí, pero a veces, lo que realmente importa es ser valiente y cuidar de los demás" - respondio Lucas.
Así, rodeados de amor y calidez, los hermanos aprendieron que, aunque la vida a veces pueda parecer aterradora, siempre hay formas de enfrentarla juntos.
Y así, llenos de coraje, esperaron el regreso de tiempos mejores y aprendieron que la unión familiar puede hacer frente a cualquier zombi del camino.
FIN.