El éxito del esfuerzo y la pasión


Pachacútec era un niño muy estudioso y aplicado en la escuela, pero su gran sueño era ser un deportista exitoso.

Pasaba horas viendo competencias y entrenando por su cuenta, soñando con algún día poder representar a su país en los Juegos Olímpicos. Un día, mientras estaba entrenando solo en el parque, se encontró con un grupo de chicos mayores que estaban jugando al fútbol. Pachacútec se acercó tímidamente y les preguntó si podía jugar con ellos.

Uno de los chicos lo miró de arriba abajo y dijo: "¿Tú? ¿Jugar al fútbol? No creo que puedas hacerlo". Los demás chicos se rieron y Pachacútec sintió que se le encogía el corazón.

Pero algo dentro de él lo impulsó a no darse por vencido tan fácilmente. Se acercó a la pelota y comenzó a demostrar todo lo que había estado practicando en secreto. Sus movimientos eran ágiles y precisos, sorprendiendo a todos los presentes.

"¡Guau! Eres realmente bueno", exclamó uno de los chicos mayores. "Sí, tienes mucho talento", agregó otro. A partir de ese momento, Pachacútec fue aceptado como parte del equipo.

Los chicos mayores le enseñaron técnicas nuevas e incluso lo llevaron a jugar partidos contra otros equipos locales. A pesar de las dificultades iniciales, Pachacútec demostró una habilidad excepcional para el deporte que tanto amaba. Sin embargo, no todo fue fácil para él.

Mientras seguía entrenando y jugando al fútbol, sus notas en la escuela comenzaron a bajar. Su madre estaba preocupada y le preguntó qué estaba pasando. "Mamá, sé que necesito estudiar, pero también quiero ser un buen deportista", le explicó Pachacútec.

"Lo entiendo hijo, pero no puedes descuidar tus responsabilidades académicas. ¿Qué tal si te organizas mejor para poder hacer ambas cosas?"Pachacútec siguió el consejo de su madre y se propuso mejorar en ambas áreas.

Comenzó a planificar su tiempo cuidadosamente, dedicando horas específicas del día al estudio y otras al entrenamiento deportivo. Su esfuerzo dio resultados sorprendentes: sus notas mejoraron notablemente mientras seguía destacándose como un jugador excepcional de fútbol. Incluso fue seleccionado para representar a su colegio en un campeonato intercolegial.

Cuando llegó el gran día del torneo, Pachacútec estaba muy nervioso. Pero recordó todas las veces que había superado obstáculos difíciles antes y se sintió más confiando.

Jugó con todo su corazón y logró anotar dos goles decisivos que ayudaron a su equipo a ganar el partido. Después del partido, los chicos mayores lo felicitaron efusivamente por su excelente desempeño.

Pachacútec se sintió muy orgulloso de sí mismo por haber logrado cumplir sus sueños sin descuidar ninguna de sus responsabilidades. Desde entonces, continuó estudiando duro mientras seguía practicando el deporte que tanto amaba. Sabía que nada era imposible si uno trabajaba duro y se dedicaba a lo que realmente le apasionaba.

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