El Experimento de Luna



Era un viernes soleado en la ciudad de Buenos Aires y la pequeña Luna estaba muy nerviosa. Mañana iba a presentar su primer trabajo de Ciencias en la escuela. Había estado planeando todo durante semanas y el sonido de las campanas del colegio resonaba en su mente como un recordatorio constante de lo que se avecinaba.

"¿Y si me olvido de lo que tengo que decir?", pensaba mientras miraba por la ventana de su habitación. Desde allí podía ver a los chicos jugando en la plaza y los árboles moviéndose con la brisa.

Esa tarde, Luna decidió hacer una revisión final de su proyecto: un experimento sobre la germinación de las semillas. Había recolectado algunas semillas de girasol y las había puesto en tierra, regándolas con alegría todos los días. Ahora, las semillas eran pequeños brotes verdes que asomaban curiosos hacia el sol.

"Mañana van a mirar sorprendidos cuando vean cómo crecen las plantas", le dijo a su perra, Menta, quien la miraba con ojos brillantes. "¡Voy a usar el proyector y hacer una presentación!"

Al día siguiente, mientras se preparaba, las campanas del colegio sonaron con su melodía melodiosa. Luna se sentó en su escritorio, con las manos temblorosas.

"Estoy lista, Menta. No puedo dejar que los nervios me ganen", se dijo a sí misma, aunque su corazón latía rápidamente.

Cuando llegó a la escuela, el aula estaba llena de sus compañeros emocionados y algunas amistades que la animaban. La maestra, la Señorita Rosa, sonrió al ver a cada uno de sus alumnos tomar su lugar.

"Hoy vamos a aprender sobre la maravilla de la vida y el crecimiento de las plantas", empezó la Señorita Rosa. "¿Quién quiere comenzar?"

Luna levantó la mano con determinación.

"¡Yo!", gritó con entusiasmo.

Cuando llegó su turno, se acercó al proyector. _"Esta es la etapa 1: la siembra. Las semillas necesitan una buena tierra y agua para comenzar a crecer", explicó mientras mostraba las imágenes. Todos la miraban con atención._

Pero justo cuando estaba por pasar a la etapa 2, la maestra la interrumpió.

"Luna, antes de continuar... ¿qué pasaría si realizamos un pequeño experimento ahora mismo?", sugirió la Señorita Rosa.

Luna se quedó boquiabierta. "¿Hacer un experimento en clase? ¿Ahora?".

"¡Sí! Vamos a sembrar unas semillas juntos y a observar cómo van creciendo a lo largo de las próximas semanas", propuso la maestra.

"¡Es una gran idea!", exclamó Luna.

Así, la clase entera se armó rápidamente de pequeñas macetas, tierra y semillas. Todos comenzaron a plantar con entusiasmo bajo la supervisión de la Señorita Rosa. Luna sonrió al ver cómo sus compañeros se divertían tanto como ella.

Sin embargo, había un giro inesperado. Cuando Meli, una compañera que nunca había sembrado antes, volcó casi toda la tierra en su escritorio.

"¡Oh no! Ahora no me va a quedar tierra para plantar", lamentó Meli mientras miraba angustiada.

"¡No te preocupes! Soy experta en esto. Te ayudo a recolectar la tierra y a plantar las semillas", le dijo Luna acercándose con una sonrisa.

Gracias a la ayuda de Luna, Meli no solo pudo plantar sus semillas, sino que también se sintió mucho más tranquila. Al final, todos rindieron tributo a Luna por la idea del experimento y la colaboración entre compañeros.

Cuando terminó la clase, la Señorita Rosa se acercó a Luna y le sonrió.

"No solo hiciste una presentación excelente, sino que además inspiraste a todos a participar. Eso es lo que realmente importa", le dijo.

Luna se sintió orgullosa, y aunque no había sido como ella lo había pensado, había resultado ser una experiencia aún más especial. Las campanas sonaron nuevamente, esta vez despidiendo a los niños con una melodía llena de aprendizaje y felicidad.

Al salir del aula, Menta la esperaba ansiosa.

"¡Hoy fue un día increíble! Menta, hicimos algo maravilloso y ahora tenemos que cuidar nuestras semillas", le dijo Luna mientras acariciaba a su perra.

Desde ese día, cada vez que sonaban las campanas del colegio, Luna recordaba con una sonrisa lo que había aprendido: colaborar, ayudar y compartir son también parte del verdadero conocimiento. Y así, no solo se convirtió en una gran científica en el futuro, sino también en una gran amiga.

FIN.

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