El Fantasma Amigo



Había una vez dos hermanas llamadas Emma e Isa que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Un día, mientras paseaban por el bosque, sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos.

- ¡Qué frío hace aquí! - exclamó Emma, envolviéndose en su abrigo. - Sí, es extraño. Además, siento como si alguien nos estuviera observando - respondió Isa mirando a su alrededor con preocupación.

De repente, escucharon un ruido proveniente de los árboles y vieron algo moverse entre las sombras. El miedo se apoderó de ellas y comenzaron a correr sin rumbo fijo. Mientras corrían, Emma tropezó y cayó al suelo lastimándose la rodilla. - ¡Ay! Me hice daño...

¡y estoy sangrando! - dijo Emma asustada. Isa se acercó rápidamente para ayudarla y notó que la sangre fluía más rápido de lo normal. Preocupada, buscó algún lugar donde refugiarse del frío y encontrar ayuda para curar la herida de su hermana.

Caminaron durante unos minutos hasta que encontraron una antigua cabaña abandonada en medio del bosque. Con sumo cuidado entraron y descubrieron que estaba llena de polvo y telarañas. Sin embargo, era mejor estar allí que afuera bajo el frío intenso.

Mientras Isa buscaba algo para detener la hemorragia de la rodilla de Emma, ambas escucharon un ruido proveniente del sótano. El corazón les latía fuertemente y el miedo volvió a apoderarse de ellas.

- ¿Qué crees que sea ese ruido? - preguntó Emma temblorosa. - No lo sé, pero debemos averiguarlo. No podemos quedarnos aquí sin saber qué está ocurriendo - respondió Isa decidida.

Bajaron las escaleras del sótano con mucho cuidado y descubrieron que el ruido provenía de una puerta entreabierta. Con valentía, empujaron la puerta y vieron algo que les heló la sangre: ¡un fantasma! - ¡Aaaah! - gritaron las hermanas asustadas.

Pero en lugar de ser un fantasma malvado, resultó ser un anciano amable que había estado viviendo en la cabaña abandonada durante años. El hombre se llamaba Don Pedro y había sido expulsado del pueblo por un malentendido hace mucho tiempo.

Don Pedro explicó a las hermanas su historia y les contó cómo había aprendido a convivir con el miedo y la soledad. Les enseñó técnicas para enfrentar sus temores, como respirar profundamente y pensar en cosas positivas cuando sintieran miedo.

Emma e Isa comprendieron que no debían dejar que el miedo controlara sus vidas. Agradecidas por haber encontrado a Don Pedro, le ofrecieron ayuda para limpiar la cabaña y hacerla habitable nuevamente.

Con el tiempo, Emma e Isa se hicieron muy amigas de Don Pedro y todos los días compartían risas, historias y juegos juntos. Aprendieron que enfrentar los miedos era posible si tenían valentía y confianza en sí mismas.

Y así, gracias a su amistad y la valentía de las hermanas, el frío del bosque se convirtió en calor humano y el miedo se transformó en coraje. Emma e Isa aprendieron que nunca debían juzgar por las apariencias y que siempre había una lección detrás de cada experiencia.

Desde aquel día, la cabaña abandonada se llenó de risas y alegría, convirtiéndose en un hogar para todos ellos. Y aunque el miedo aún podía aparecer de vez en cuando, Emma e Isa sabían que tenían el poder para enfrentarlo con valentía.

FIN.

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