El Fantasma de la Casa Abandonada



Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo. Todos los días, tras la escuela, sus amigos le contaban historias sobre una casa abandonada al final de la calle. Decían que estaba embrujada y que nadie se atrevía a entrar. Pero Lucas, curioso y valiente, decidió explorarla una tarde.

Cuando llegó a la casa, encontró la puerta entreabierta. Su corazón latía rápido, pero su curiosidad era más fuerte. Empujó la puerta y entró. La casa estaba oscura y llena de polvo. De repente, escuchó un susurro.

"¿Hola? ¿Hay alguien ahí?" - preguntó Lucas, asustado pero decidido.

"¡Hola! Soy Eduardo, el fantasma de esta casa" - respondió una voz suave.

Lucas no podía creer lo que escuchaba. Se dio la vuelta y vio a un fantasma que flotaba, amable y amistoso. Tenía una sonrisa que iluminaba la habitación.

"No te asustes, no quiero hacerte daño. Llevo mucho tiempo aquí, pero estoy solo" - dijo Eduardo, agitando su mano.

"Yo soy Lucas. No sabía que había un fantasma aquí" - respondió el niño, intentando sonreír.

A partir de ese día, Lucas y Eduardo se hicieron amigos. Pasaban horas hablando, jugando y explorando la casa. Eduardo le mostró a Lucas todos los secretos escondidos: un ático lleno de viejos juguetes, un jardín cubierto de flores que brillaban en la oscuridad, y una biblioteca con libros mágicos donde las historias cobraban vida.

Un día, mientras jugaban a las escondidas, Lucas se encontró con un viejo espejo en el desván. Cuando se miró en él, un brillo mágico iluminó su rostro.

"¡Mirá! Parece que el espejo tiene poderes especiales" - exclamó Lucas emocionado.

Eduardo se acercó y miró también.

"Sí, creo que este espejo refleja nuestros mejores momentos juntos" - dijo el fantasma.

Desde ese día, comenzaron a hacer cosas divertidas y aventureras.

"¿Juguemos a construir algo?" - sugirió Lucas.

Así que fabricaron un fuerte con mantas y almohadas, llenaron el jardín de flores brillantes y hasta hicieron un pequeño teatro de sombras para entretener a los pájaros.

Pero, un día, Eduardo le confesó algo a Lucas.

"Lucas, estoy muy feliz contigo, pero hay algo que me preocupa. Mi hogar era el pueblo donde vivía antes de convertirme en fantasma, y echo de menos a mi familia" - dijo con tristeza.

Lucas se sintió triste por su amigo y pensó en cómo ayudarlo.

"Tal vez podríamos encontrar una manera de que puedas verlos, aunque sea una vez" - propuso Lucas.

"¿Crees que sea posible?" - preguntó Eduardo, llenándose de esperanza.

Lucas se quedó pensativo. Recordó el espejo mágico. Tal vez podría ser la clave.

"Voy a buscar a mis amigos y hacer un plan" - determinó Lucas.

Junto a sus amigos, contaron la historia de Eduardo. Al principio, algunos se asustaron, pero luego, al igual que Lucas, comprendieron que Eduardo solo quería compañía y amor. Así que decidieron ayudar.

Un día, todos se reunieron en la casa abandonada, junto al espejo.

"Eduardo, ¿estás listo?" - preguntó Lucas nerviosamente.

"Sí, estoy listísimo" - respondió el fantasma.

Los niños sostuvieron las manos y miraron hacia el espejo. Con un susurro, comenzaron a contar las historias más bonitas sobre Eduardo, llenando el aire de risas y memorias.

A medida que lo hacían, el espejo comenzó a brillar intensamente. De repente, apareció una luz brillante que envolvió a Eduardo.

"Gracias, Lucas. Gracias a todos. ¡Nunca olvidaré lo que hicimos juntos!" - gritó Eduardo, antes de que la luz lo llevase.

Cuando la luz se disipó, Lucas sintió una mezcla de tristeza y felicidad. Sabía que su amigo fantasma había encontrado la paz, pero también extrañaría su compañía.

"Siempre serás mi amigo, Eduardo. Nunca lo olvidaré" - susurró Lucas, mirando el espejo.

Y desde ese día, cada vez que se miraba en el espejo, las memorias de sus aventuras juntos quedaban grabadas en su corazón.

Lucas aprendió que la amistad puede trasgredir cualquier límite, incluso la vida y la muerte. Y aunque Eduardo ya no estaba a su lado, siempre sería parte de él y de todas las aventuras que vivieron juntos.

Desde entonces, Lucas se volvió el guardián de la casa abandonada, asegurándose de que la historia de Eduardo se mantuviese viva en el corazón de los que pasaban, así como el valor de la amistad verdadera.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!