El fantasma del parque


Un día soleado, Axel y Benja decidieron ir al parque a jugar. Llevaban sus pelotas de fútbol y estaban listos para pasar una tarde divertida juntos. Cuando llegaron al parque, notaron algo extraño.

Había un banco vacío en el medio del campo de juego que nunca antes habían visto. Se acercaron curiosos y se dieron cuenta de que había un pequeño papel pegado en el respaldo del banco que decía: "Cuidado con el fantasma".

- ¿Fantasma? - preguntó Axel sorprendido. - Debe ser una broma - dijo Benja intentando tranquilizar a su amigo. Pero cuando comenzaron a jugar, una extraña neblina apareció de la nada y los envolvió por completo.

No podían ver nada más allá de unos pocos metros. Fue entonces cuando escucharon un ruido espeluznante detrás del banco. - ¿Qué fue eso? - preguntó Axel asustado. - ¡No lo sé! - respondió Benja también temblando.

De repente, la neblina comenzó a disiparse lentamente y pudieron ver al fantasma sentado en el banco frente a ellos. Era transparente pero tenía rasgos humanos claros. Estaba vestido con ropa antigua y parecía triste.

Los dos amigos quedaron petrificados por el miedo hasta que el fantasma habló:- Hola chicos, no tengan miedo de mí, soy solo un espíritu solitario que ha estado vagando por aquí durante años sin nadie con quien hablar o jugar.

Axel y Benja aún no se atrevían a moverse ni decir nada. - ¿Podemos jugar contigo? - preguntó el fantasma. - ¡Sí, claro! - respondió Benja más animado. Axel todavía estaba asustado, pero decidió que no podía dejar que su amigo jugara solo con un fantasma.

Así que comenzaron a jugar juntos y se divirtieron mucho. Descubrieron que el fantasma era muy amable y divertido. Después de un rato, el sol comenzó a ponerse y los dos amigos tuvieron que irse a casa.

- Fue genial conocerte, señor Fantasma - dijo Axel despidiéndose del espíritu. - Sí, gracias por dejarnos jugar contigo - agregó Benja sonriendo. El fantasma parecía mucho más feliz ahora y les dijo:- Gracias chicos por hacerme compañía hoy.

Espero verlos pronto de nuevo en el parque para jugar juntos otra vez. Los dos amigos se fueron caminando hacia casa, hablando emocionados sobre su encuentro con el fantasma.

Se dieron cuenta de que no hay nada malo en ser diferente o tener una apariencia extraña como la del fantasma. La verdadera amistad es lo importante y puede surgir incluso entre personas muy diferentes.

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