El Fantasma Letrado
Era una noche de Halloween muy especial en la escuela primaria de Don José. Todos los niños de tercer grado estaban emocionados, no solo por la fiesta de disfraces, sino porque esa noche se contaba que un fantasma merodeaba por los pasillos del colegio. Los murmullos sobre el fantasma comenzaron semanas antes, y los niños estaban decididos a no dejar que el miedo los venciera.
Con sus disfraces de brujas, monstruos y princesas, se reunieron en el patio durante el recreo para armar un plan.
"Chicos, tenemos que atraparlo esta noche", dijo Sofía, la más valiente del grupo.
"Pero ¿y si es malo?", preguntó Lucas, un poco temeroso.
"Yo escuché que el fantasma sólo quiere aprender a leer", interrumpió Ana, que siempre había sido muy curiosa.
Los niños compartieron lo que sabían del fantasma. Decían que era un espíritu amable y tímido que había estado viviendo entre ellos, pero no se atrevía a mostrarse porque tenía miedo. Esa noche, decidieron que no solo lo buscarían, sino que también lo ayudarían a cumplir su sueño de aprender a leer.
Cuando cayó la noche, el colegio quedó completamente oscuro y comenzaron a recorrer los pasillos. Con linternas en mano, se sintieron unos verdaderos cazadores de fantasmas.
"Fanta... ¡fantasmito!", gritó Lucas con un tono tembloroso.
"¡Shhh! No lo espantes!", le respondió Sofía, mientras miraba a su alrededor.
De repente, escucharon un suave susurro. Era una voz delicada que decía:
"¿Por qué me buscan? Solo quiero aprender..."
Los niños se giraron rápidamente hacia la dirección de la voz y, para su sorpresa, allí estaba el fantasma. Era un ser etéreo, con una sábana transparente que se movía suavemente como si estuviera flotando en el aire.
"¡Hola! Soy Elio, el fantasma. No quiero asustarlos, solo deseo poder leer como ustedes para entender las historias y aprender sobre el mundo.
"Pero, ¿por qué no nos lo dijiste antes?", preguntó Ana, emocionada.
"Tenía miedo de que me rechazaran", explicó Elio con un suspiro.
Los niños se miraron entre sí y, sintiendo un fuerte deseo de ayudar, le hicieron una propuesta a Elio:
"Si nos prometés no asustarnos, podemos enseñarte a leer. Pero necesitarás participar en nuestra función de Halloween".
"¿Función de Halloween? ¿Puedo ser parte de ella?", preguntó Elio, lleno de entusiasmo.
"Sí, pero solo si traes un cuento para leer", respondió Sofía.
El fantasma se iluminó al oír eso.
"¡Tengo un cuento en mi corazón! Siempre quise compartirlo, pero nunca pude".
Esa noche, los niños y Elio se unieron para practicar la función. Elio leía su cuento mientras los niños lo ayudaban con las palabras que no conocía. Entre risas, errores y mucho apoyo, el fantasma comenzó a aprender.
En la función de Halloween, ante todos los padres y compañeros, Elio se presentó sobre el escenario:
"Hola, soy Elio, el fantasma amigo que quiere aprender a leer".
Los padres se rieron, pero en sus rostros también había asombro. Elio relató su historia, una fábula sobre un monstruo que deseaba una amistad, y mientras leía, los niños estaban detrás, apoyándolo en cada palabra. Al finalizar, Elio, con una gran sonrisa, dijo:
"Gracias, amigos. Ahora entiendo un poco más sobre la bondad y la amistad".
La audiencia aplaudió fuertemente, y los niños gritaron con entusiasmo:
"¡Lo lograste, Elio!".
De esa noche en adelante, Elio no fue más un fantasma solitario. Se convirtió en el maestro de lectura del colegio, y siempre estaba al lado de los niños, compartiendo historias y aventuras. Juntos, demostraron que aprender es un viaje que se puede disfrutar acompañado, sin importar de dónde vengas. Así, Halloween no solo se convirtió en una fiesta de disfraces, sino en un día para recordar el poder de la amistad y el conocimiento.
FIN.