El fantasma travieso y el robot rebelde
En la pequeña ciudad de Villa Brillante, había un robot llamado R-2D2. Era un robot muy inteligente y siempre ayudaba a los habitantes a realizar sus tareas diarias, desde llevar las compras hasta cuidar a los niños en el parque. Un día, un pequeño fantasma llamado Gubi llegó volando desde el más allá. Gubi era un fantasma juguetón que adoraba hacer travesuras y siempre estaba en busca de una buena broma para hacer reír a su amigo, el viento.
"¡Hola, R-2D2!" - saludó Gubi mientras se acercaba al robot. "¿Te gustaría jugar conmigo?"
R-2D2, al escuchar al fantasma, sólo movió sus luces y dijo: "No puedo jugar, tengo que ayudar con la limpieza del parque."
"Pero, ¿y si probamos algo diferente?" - insistió Gubi, y de repente, se introdujo dentro de R-2D2. El robot comenzó a vibrar y emitir ruidos extraños. "¡Vamos a hacer todo al revés!"
Así fue como R-2D2 empezó a realizar sus tareas de la manera más divertida que nadie hubiera imaginado. En lugar de recoger la basura, ¡la tiraba al aire! Las bolsas de plástico y los papeles danzaban como si tuvieran vida propia.
"¡Mirá eso!" - exclamó una niña del parque. "Es como un espectáculo de magia. ¡Nunca había visto algo así!"
Los papás se reían, pero al mismo tiempo se preguntaban qué estaba sucediendo. R-2D2 giró sobre sí mismo y, en lugar de llevar el helado a los niños, hizo el trayecto en reversa, pero ¡en un instante el helado cayó directamente al suelo!"¡Oh no!" - gritó un niño, "Mi helado..."
Gubi estaba riéndose a carcajadas dentro del robot. "¡Esto es más divertido de lo que creí!"
Sin embargo, en medio de la diversión, las cosas empezaron a salir de control. R-2D2, aún bajo el dominio de Gubi, intentó ayudar a una anciana a cruzar la calle, pero en vez de llevarla con cuidado, dio un giro y la llevó de regreso al punto de partida.
"¡Alto, alto!" - gritó la anciana, "¿Esto es juego o un lío?"
En ese momento, Gubi sintió un pequeño cosquilleo de culpa. No quería asustar a las personas ni hacer que se sintieran incómodas. Así que decidió que era hora de cambiar las cosas de nuevo. "¿Qué tal si lo intentamos de otra forma?" - musitó el fantasma.
Con un suave soplo, Gubi salió del robot, dejándolo libre una vez más. R-2D2 parpadeó y emitió un pequeño sonido que decía: "Actualizando..." Ahora, el robot tenía una nueva misión: hacer felices a todos haciendo las cosas como siempre.
"¡Gracias, Gubi! ¡Eso fue raro pero divertido!" - gritó un niño mientras recogía su helado.
Pero la verdadera emoción empezó cuando Gubi decidió, en vez de traviesuras, ayudar al robot a hacer un espectáculo de luces y colores en el parque. R-2D2 se iluminó y junto a Gubi crearon un espectáculo que dejó a todos maravillados.
"¡Es un show de luces!" - aclamaron los niños, aplaudiendo con entusiasmo.
Desde entonces, juntos se convirtieron en los mejores amigos y cada sábado ofrecían un nuevo espectáculo en el parque, pero esta vez, ¡sin hacer cosas al revés!
Y así, Gubi aprendió que hacer reír a la gente era una gran alegría, pero que también era mucho mejor compartir momentos felices juntos. Y R-2D2, por su parte, entendió que la diversión y la amistad son las mejores herramientas para hacer del mundo un lugar más brillante.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.