El Fantasmita y la Gata de la Escuela El Portón de los Ángeles




En la escuela El Portón de los Ángeles vivía un fantasmita llamado Tomás, que era muy amigable con todos. A pesar de ser un fantasmita, le encantaba jugar con los niños y hacer travesuras inofensivas.

Por otro lado, estaba Angelina, la gata de la escuela, que siempre se paseaba por los pasillos con su elegante andar. Un día, durante un juego de escondidas, un grupo de niños se asustó al ver a Tomás y Angelina juntos en un rincón oscuro.

- ¡Qué miedo! ¡Un fantasma y una gata! - gritaron los niños asustados. Tomás y Angelina se miraron sorprendidos. - No tengan miedo, somos amigos, y solo queríamos jugar con ustedes - dijo Tomás con voz pícara.

Los niños, aún asustados, no podían creer que un fantasma y una gata quisieran jugar con ellos. Sin embargo, Tomás y Angelina, con mucha paciencia, lograron demostrar a los niños que no tenían nada que temer.

Jugaron juntos a las escondidas, a la mancha, y a las adivinanzas, y los niños se divirtieron muchísimo. A partir de ese día, Tomás y Angelina se convirtieron en los amigos más queridos de la escuela.

Tomás les enseñó a los niños que no hay que juzgar por las apariencias y que siempre hay lugar para la amistad, mientras que Angelina les transmitió la importancia de la elegancia y la tranquilidad.

Juntos, el fantasmita y la gata demostraron que la amistad puede encontrarse en los lugares más insospechados, y que las diferencias no son un obstáculo para convivir en armonía. Desde entonces, en la escuela El Portón de los Ángeles, todos aprendieron a valorar la diversidad y a apreciar a cada ser por quien es en realidad.

FIN.

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