El Fantasmito Amigo



Había una vez, en un antiguo castillo ubicado en una colina lejana, un pequeño fantasma llamado Tolín. Tolín no era un fantasma cualquiera; él era muy tímido y, a diferencia de otros fantasmas que disfrutaban asustar a la gente, sólo quería tener amigos.

Un día, mientras miraba por una ventana polvorienta, vio a un grupo de niños jugando en el campo cercano. Ellos se reían, corrían y compartían historias. Tolín suspiró y pensó: "Oh, ¿cómo me gustaría unirme a ellos? Pero, ¿y si me ven y se asustan?". Finalmente, decidió que debía intentarlo.

"Voy a salir esta noche", se dijo Tolín. "Voy a ser muy cuidadoso para no asustar a nadie". Así que, al caer la noche, salió del castillo sigilosamente y se dirigió hacia el campo. Su corazón latía con fuerza por la emoción y el miedo.

Al acercarse, notó que los niños estaban sentados en un círculo, contando historias de aventuras. Tolín, un poco nervioso, intentó hacerse visible. Pero en cuanto los niños lo vieron aparecer, comenzaron a gritar.

"¡Un fantasma!" - gritó María, la más valiente del grupo.

"¡Corran!" - se despidió Pedro mientras se alejaba rápidamente.

Tolín se sintió muy triste. Su plan de hacerse amigo no había salido como esperaba. Decidido a ser más ingenioso, tuvo una idea. Se camufló entre las sombras y comenzó a hacer cosas divertidas. Comenzó a hacer sonidos como si estuvieran cayendo hojas de los árboles, o mover algunas ramas suavemente.

Los niños se detuvieron al escuchar esos ruidos.

"¿Quién está ahí?" - preguntó Joaquín, un niño curioso.

"Tal vez sólo sea el viento" - respondió Ana, un poco nerviosa pero intrigada.

Y así, Tolín se convirtió en el misterioso amigo del viento. Durante noches, volvió una y otra vez, haciendo ruidos divertidos, haciéndolos reír y creando historias juntos, pero sin mostrarse. El grupo de niños comenzó a esperar la llegada de su amigo misterioso, quien les hacía la noche más mágica.

Una noche, mientras estaban juntos, Ana dijo:

"Me pregunto quién es nuestro amigo a quien nunca hemos visto. Ojalá pudiera conocernos, me encantaría invitarlo a jugar con nosotros".

Eso tocó el corazón de Tolín. Se hizo valeroso y decidió que era hora de presentarse. Entonces, cuando el grupo volvió a reunirse, Tolín flotó ante ellos de una manera amable y simpática.

"¡Hola, amigos! Soy Tolín, el fantasmita tímido".

Los niños se quedaron boquiabiertos, pero no hubo gritos ni carreras por esta vez. Al contrario, el asombro se transformó en alegría.

"¡No puedo creerlo!" - exclamó María.

"Eres tan lindo como en nuestras imaginaciones, ¡pensé que eras un fantasma aterrador!" - dijo Pedro emocionado.

Tolín sonrió, y aunque le tomó un tiempo, finalmente se sintió aceptado.

"Nunca intenté asustar a nadie, sólo quería ser su amigo". Los niños comenzaron a reír y a acercarse a él. Llenaron el aire de risas.

"¿Quieres jugar con nosotros, Tolín?" - preguntó Joaquín.

"Sí, claro, me encantaría ser parte de su grupo" - respondió el pequeño fantasma con alegría.

Desde entonces, Tolín fue conocido como el Fantasmito Amigo. Ya no permanecía escondido en las sombras. Los niños lo incluían en sus juegos, sus historias y compartían secretos. Tolín les enseñó a ser valientes y a no juzgar a los demás por su apariencia.

Incluso hubo noches en las que en lugar de gritar, los niños empezaban a contarle historias a Tolín, y él, a su vez, les relataba cuentos de aventuras en el castillo. Juntos, aprendieron que el miedo se puede transformar en amistad si uno tiene un poco de valor y un corazón abierto.

Y así, el castillo en la colina no sólo fue un lugar de misterios, sino también de risas, juegos y una linda amistad que perduró por siempre. Tolín se convirtió en el más querido de todos, porque ya no era solo un fantasma, sino un verdadero amigo que mostraba que ser diferente no significa estar solo, sino tener más oportunidades de ser querido por otros.

.

FIN.

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