El Fantástico Viaje de Félix el Fénix



Había una vez, en un bosque encantado, un pequeño fénix llamado Félix. Félix era un ave mágica que tenía plumas de colores brillantes y la habilidad de renacer de sus cenizas. Pero había un problema: a pesar de ser un fénix, Félix no sabía leer. Esto lo preocupaba un montón, ya que en su bosque todos sus amigos podían leer las señalizaciones, las historias en los libros y los mapas que les guiaban en sus aventuras.

Un día, mientras volaba por el bosque, escuchó a sus amigos hablar sobre un lugar especial llamado la 'Fuente de las Letras', donde las letras danzaban y ayudaban a quien se acercaba a aprender a leer. En ese momento, un deseo ardiente nació en Félix: quería aprender a leer para poder disfrutar del mundo que lo rodeaba.

"¿Cómo puedo llegar a la Fuente de las Letras?" - preguntó Félix a su amigo, el búho Óscar.

"Es un viaje largo y lleno de sorpresas. Tendrás que atravesar el Bosque de los Cuentos, escalar la Montaña de las Palabras y cruzar el Río de la Imaginación" - le explicó Óscar, mientras ajustaba sus gafas. "Pero sé que puedes hacerlo, Félix. Tienes un gran corazón y siempre te has preocupado por los demás."

Con esas palabras alentadoras, Félix se preparó para su aventura. Comenzó su viaje y, al entrar en el Bosque de los Cuentos, se encontró con un árbol que podía hablar.

"Hola, pequeño fénix. ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó el árbol con voz profunda.

"Voy en busca de la Fuente de las Letras para aprender a leer" - respondió Félix con esperanza.

"Para llegar hasta allí, debes resolver este acertijo: ¿Qué es lo que siempre está en el medio de la tierra?" - dijo el árbol.

Félix pensó un momento y luego exclamó: "¡La letra 'E'!"

"¡Correcto! Te he abierto el camino hacia la Montaña de las Palabras. Sigue adelante, Félix, pero recuerda, siempre debes ayudar a los demás" - le dijo el árbol mientras movía sus hojas.

Félix continuó su viaje y llegó a la Montaña de las Palabras. Allí, se encontró con un grupo de criaturas pequeñas, los Mini-Letras, que estaban tratando de organizarse para formar palabras.

"¡Hola! ¿Pueden ayudarme?" - preguntó Félix.

"Si nos ayudas a formar la palabra ‘felicidad’, te ayudaremos a subir la montaña" - dijeron los Mini-Letras.

Félix, emocionado, empezó a reorganizar a las Mini-Letras.

"¡Aquí se coloca la 'F', luego la 'E', después la 'L', y así sucesivamente!" - dijo Félix.

Con su esfuerzo, lograron formar la palabra 'felicidad' y, alegrados, los Mini-Letras le prometieron ayudarlo.

"¡Ahora podemos ayudarte a escalar!" - dijeron mientras se unían para formar un camino de letras por el que Félix pudo ascender.

Una vez en la cima, Félix vio el majestuoso Río de la Imaginación que debía cruzar. Allí encontró a un pez llamado Pablo, que parecía estar triste.

"¿Qué te pasa, Pablo?" - preguntó Félix.

"No tengo amigos, siempre estoy solo. Nadie se acerca a jugar conmigo" - respondió el pez, moviendo su cola con desánimo.

"¿Te gustaría tener amigos? Yo puedo ayudarte a que todos te conozcan si me ayudas a cruzar el río" - dijo Félix, que entendía muy bien la importancia de la amistad.

Pablo sonrió y juntos idearon un plan. Al ver la energía positiva de Félix, los animales del bosque comenzaron a acercarse y a jugar con Pablo. Luego, el pez llevó a Félix a través del río con una ola mágica que hizo brotar letras por todo el lugar.

Finalmente, luego de tantas aventuras, Félix llegó a la tan ansiada Fuente de las Letras. Allí, las letras danzaban en el agua cristalina.

"¡Hola, Félix!" - exclamó la fuente. "Te he estado esperando. Está en tu corazón el deseo de aprender".

Con un suave destello, las letras comenzaron a formar palabras en su alrededor, y Félix sintió que comprendía todo.

"¡Gracias! ¡Ahora puedo leer!" - gritó Félix, lleno de emoción.

Desde ese día, Félix no solo aprendió a leer, sino que también ayudó a sus amigos a explorar el mundo de las letras. Juntos, formaron un club de lectura donde compartían historias y sueños. Félix se dio cuenta de que el verdadero poder de las letras era conectar a todos en el bosque, y que, como fénix, siempre podía comenzar de nuevo. Así, su aventura por aprender a leer nunca tuvo fin.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!