El Faraón y la Esclava del Corazón



En un antiguo Egipto adornado por majestuosas pirámides y ríos que brillaban como espejos, vivía un faraón noble y justo llamado Ramesés. Aunque era amado por su pueblo, en el fondo de su corazón sentía una tristeza: la soledad, pues aún no había encontrado a su verdadero amor.

Cierto día, en un mercado de su hermosa ciudad, Ramesés vio a una joven esclava llamada Nefertari, quien vendía coloridos telas a los comerciantes. Ella era tan hermosa que el faraón quedó maravillado por su belleza.

"¿Cómo te llamas, bella dama?" - preguntó Ramesés con admiración.

"Soy Nefertari, su majestad, una simple esclava" - contestó ella, sonrojándose.

A partir de ese momento, Ramesés no podía dejar de pensar en Nefertari. Cada día la visitaba en el mercado, y con el tiempo, se conocieron más. Compartían pequeñas charlas sobre la vida, los sueños, y las esperanzas del futuro.

Un día, Nefertari le reveló su anhelo.

"Sueño con ver el mundo más allá de estas murallas, su majestad."

"¿Por qué no lo haces?" - preguntó el faraón.

"No es tan simple. Soy esclava y mis destinos están atados a otros," - respondió Nefertari.

Ramesés, sintiéndose conectado con ella, decidió que quería ayudarla. Así que ideó un plan.

"Nefertari, quiero que vengas a vivir al palacio. Te convertirás en consejera del faraón. Así podrás conocer el mundo que anhelas, y yo aprenderé mucho de ti."

"¿De verdad lo harías por mí?" - preguntó Nefertari, sorprendida.

"Sí. Tu sabiduría y bondad deben ser compartidas con todo mi pueblo."

Con el permiso de su madre, quien era la primera en apoyar la decisión del faraón, Nefertari se mudó al palacio. Allí, mientras disfrutaba de los lujos, no olvidaba sus raíces. Les enseñó a sus esclavas y a sus amigas a hacer hermosos tejidos. Ramesés admiraba su creatividad y dedicación, y poco a poco, comenzó a enamorarse de su espíritu.

Sin embargo, no todos estaban contentos con esta unión. El consejero del faraón, un hombre envidioso llamado Amon, comenzó a tramar un plan para separar a los dos enamorados.

"Ramesés, no puedes dejar que una simple esclava robe tu corazón. Esto traerá deshonor a tu nombre y a nuestro reino."

Delante de él, Amon ofreció falsas promesas de matrimonios, riquezas y alianzas en la corte.

Pero Ramesés, fiel a su corazón, respondió.

"La riqueza no tiene valor sin amor. Nefertari ha llenado mi vida de alegría y esperanza. No renunciaré a lo que siento por ella."

El envidioso Amon decidió actuar. Una noche, mientras Ramesés estaba ausente, hizo que unos guardias capturaran a Nefertari.

"¡Detenganla!" - ordenó Amon.

"¡¿Qué están haciendo? ! Estoy aquí por la voluntad del faraón!" - gritó Nefertari asustada.

"Tu presencia no es bien recibida aquí. El faraón necesita ser un rey. ¡No una pareja con una esclava!" - dijo Amon.

Pero, al llegar Ramesés se dio cuenta de lo que había sucedido.

"¡Suéltenla!" - ordenó enfurecido. "Nefertari es mi elegida. No permitiré que nadie la ofenda ni la quite de mí."

Al ver la determinación del faraón, los guardias se detuvieron y Amon quedó alcanzado por la sorpresa.

"¿Está usted dispuesto a arriesgar su trono por una esclava?" - preguntó Amon desafiantemente.

"Si el trono no puede estar al lado del verdadero amor, entonces no quiero un trono. ¡Liberen a Nefertari!"

Con una gran sonrisa, Nefertari corrió a los brazos del faraón. Ramesés había demostrado que en el amor no existen fronteras, y que la verdadera nobleza está en el corazón.

El pueblo celebró esta unión, y Ramesés cambió las leyes para permitir a todos, independientemente de su estatus, ser tratados con respeto y dignidad. Nefertari, convertida en la reina, jamás olvidó sus raíces y trabajó para mejorar la vida de todos los habitantes de Egipto.

Y así, el faraón y la bella esclava vivieron felices, demostrando que el amor verdadero puede derribar cualquier obstáculo y cambiar el mundo.

Y aunque los años pasaron, su historia inspiró a muchos, recordando que el amor y la nobleza nacen no del poder, sino del corazón que ama sin condiciones.

FIN.

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