El Faro de la Estrella Brillante



Era una noche estrellada en la costa de Galicia, y el viento soplaba suavemente entre los árboles. En lo alto de un acantilado, se erguía imponente el Faro de la Estrella Brillante. Este faro, además de guiar a los navegantes a casa, tenía un corazón mágico que emitía luz y amor a todos los que se acercaban.

Un pequeño pueblo vivía a sus pies, y los aldeanos solían contar historias sobre su luz. Cada vez que alguien se sentía triste o perdido, se acercaba al faro para recibir un rayo de su luz especial. Un buen día, Luca, un niño del pueblo, decidió que quería conocer al faro.

“- Mami, quiero ir al faro y ver si realmente es mágico – dijo Luca con ojos brillantes.

“- Ten cuidado, mi amor, el camino puede ser complicado – respondió su madre, pero su mirada estaba llena de orgullo por la curiosidad de su hijo.

Luca partió hacia el faro con su perrito, Max, a su lado. Al llegar, se quedó maravillado. Las olas rompían contra las rocas y la luz del faro danzaba sobre el agua. Entonces, sintió una suave brisa que lo envolvía y escuchó una voz cálida.

“- Hola, pequeño. Soy el Faro de la Estrella Brillante. ¿Qué te trae por aquí? – preguntó la luz del faro.

Luca se sorprendió.

“- ¡No puedo creer que hablo con un faro! Quiero saber cómo es que puedes ser tan especial. ¿Por qué brillas tanto? – dijo emocionado.

El faro sonrió.

“- Brillo porque mi luz proviene del amor que siento por todos los que navegan por estas aguas. Siempre que alguien está en problemas, mi luz se hace más intensa para guiarlos a casa. La magia que tengo solo funciona cuando hay amor en mi corazón.

Luca pensó por un momento.

“- ¿Y cómo puedo tener ese amor, Faro? – preguntó, con sinceridad en sus ojos.

“- El amor se encuentra en las pequeñas cosas, Luca. Cada vez que ayudas a alguien, compartes una sonrisa o haces algo bueno, ese amor florece en ti. Ahora, ¿te gustaría ayudarme a compartir mi luz? – dijo el Faro.

“- ¡Sí, claro! ¿Qué debo hacer? – exclamó Luca.

El Faro le explicó que había barcos en el mar que necesitaban ayuda esa noche porque había niebla.

“- Debes encender la luz del faro usando los cristales que hay en la cima. Pero para alcanzarlos, deberás ayudar a tus amigos del pueblo a cumplir sus tareas primero. Cada buena acción te dará energía para que puedas encender mi luz – pidió el Faro.

Sin dudarlo, Luca regresó al pueblo. Primero ayudó a Doña Clara, la anciana del pueblo, a cargar sus verduras.

”- ¡Muchas gracias, Luca! – sonrió ella.

Luego, ayudó a sus amigos a recoger madera para hacer un fuego.

“- ¡Sos el mejor amigo! – le dijeron risas y abrazos.

Por último, se encontró con un pescador, don Pedro, que tenía problemas con su red.

“- Te ayudaré, don Pedro – le dijo mientras trabajaban juntos.

Cada acto de bondad daba energía a Luca, y finalmente, sintió que podía regresar al faro. Con un corazón lleno de amor, subió al faro y habló con el Faro de la Estrella Brillante.

“- Estoy listo para encender tu luz – dijo Luca, decidido.

“- Bien hecho, pequeño. Ahora, colócate aquí, y cuando cuente hasta tres, empuja el cristal hacia el centro del faro. – instruyó el Faro.

“- Uno... dos... ¡tres! – gritó Luca mientras empujaba el cristal.

Con un destello brillante, el faro iluminó el cielo. La niebla del mar se disipó, y los barcos vieron la luz del Faro de la Estrella Brillante.

“- ¡Lo hicimos! – exclamó Luca, saltando de alegría.

“- Sí, y gracias a tu amor y esfuerzo, muchos volverán a casa sanos y salvos. Esta luz solo brilla con el amor que das a los demás, y hoy has demostrado que tienes un gran corazón – dijo el Faro, orgulloso.

Desde ese día, Luca no solo se convirtió en el mejor farero, sino también en el mejor amigo de todos en el pueblo. Entendió que el amor y la bondad son parte de su propia magia, capaz de iluminar incluso las noches más oscuras. Así, el Faro de la Estrella Brillante y su querido amigo continuaron guiando a los navegantes, recordando siempre que la verdadera luz proviene del corazón.

FIN.

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