El Faro de Navidad
En una pequeña ciudad costera de Argentina, la Navidad se acercaba y Marina, una niña curiosa de diez años, estaba emocionada por celebrarla. Su familia tenía una tradición especial: cada año, quienes vivían cerca del mar se reunían en el faro para compartir turrón y disfrutar de la brisa marina.
Marina miraba desde su ventana cómo la ciudad empezaba a adornarse con luces brillantes y colores festivos. En su mente, los aromas del turrón y el sonido de las olas se entrelazaban, creando la magia de la Navidad.
"¿Mami, falta mucho para la fiesta en el faro?" - preguntó Marina, impaciente.
"Un par de días, mi amor. Quiero que ayudes a preparar el turrón este año. Tu abuelo lo hará según su receta secreta", respondió su madre con una sonrisa.
Marina saltó de alegría, emocionada por poder ayudar. Entretanto, su amigo Lucas, que vivía dos casas más allá, apareció en su puerta.
"¡Marina! ¿Estás lista para la Navidad?" - gritó Lucas, moviendo sus brazos con entusiasmo.
"¡Casi! Vamos a hacer turrón, ¡espero que sea el mejor de todos!" - contestó ella.
Los días pasaron volando y, finalmente, llegó la noche de la celebración. Las familias se reunieron en el faro, donde se veía el mar brillar bajo la luz de la luna. Los sonidos de risas y música llenaban el aire.
El abuelo de Marina, con su gorro de cocinero, trajo un gran tazón lleno de turrón.
"¡A la obra! ¡Es hora de disfrutar lo que hemos preparado!" - exclamó mientras todos aplaudían.
Sin embargo, justo cuando iban a empezar a servir el turrón, una fuerte ola golpeó la costa. Todos miraron hacia el mar y, para sorpresa de Marina, apareció un delfín saltando sobre las olas.
"¡Miren, un delfín!" - gritó Marina, señalando con entusiasmo.
Los adultos, emocionados, decidieron interrumpir la fiesta para disfrutar del espectáculo natural. Marina y Lucas se acercaron a la orilla, maravillados por la belleza del delfín.
"¿Crees que vendrá a festejar con nosotros?" - preguntó Lucas, riendo.
"Ojalá. Sería un mágico amigo de Navidad", respondió Marina mientras el delfín desaparecía en el horizonte.
Entonces, ocurrió algo extraordinario. El delfín regresó con un grupo, y comenzaron a saltar en sincronía. Fue un verdadero espectáculo que llenó de alegría a todos los presentes. Con cada salto, el delfín parecía estar bailando con el mar, y Marina sintió una conexión especial con la naturaleza.
Después de un rato, el abuelo recuperó la atención de todos.
"¿Les gustaría compartir un deseo navideño?" - preguntó, mientras todos se reunían alrededor del faro.
Las familias compartieron deseos de paz, amor y, por supuesto, muchos de ellos hablaron sobre cómo deseaban ayudar a la comunidad durante el año siguiente. Marina, inspirada por el delfín, dijo:
"Yo deseo que cada Navidad celebremos la vida y ayunemos todos juntos al mar. ¡Y que los delfines siempre vengan a alegrar nuestras fiestas!" - exclamó, levantando la mirada al horizonte.
Todos aplaudieron, y en ese momento, comenzaron a repartir el turrón. La dulzura de cada bocado estaba acompañada por la alegría de compartir momentos con los seres queridos.
"Este es el mejor turrón del mundo, hecho con amor y alegría", dijo el abuelo mientras Marina sonreía.
De repente, un grupo de niños de la playa se acercó, atraídos por el olor del turrón y las risas.
"¿Puedo participar también?" - preguntó una niña de ojos brillantes.
Marina, con el corazón lleno de amor, se acercó.
"¡Claro! Todos son bienvenidos para compartir estas Navidades en el faro" - respondió, invitándolos a unirse a la fiesta.
Esa noche, el faro lucía más brillante que nunca, y no solo por las luces adornadas, sino por el calor de la comunidad que se reunía para celebrar la Navidad. Cada rincón estaba lleno de risas, música y felices recuerdos. Todos aprendieron que, a veces, los mejores momentos de la vida ocurren cuando decidimos compartir y abrir nuestro corazón.
Y así, Marina prometió que recordaría esa Navidad como el momento en que la alegría, el amor y el mar se unieron, creando un nuevo significado para la celebración cada año.
FIN.