El Festín del Hada de las Flores
Era un hermoso día en el reino de Arcoíris, donde las flores florecían en todos los colores imaginables. Las princesas Isabel, Carmen y Lourdes, tres amigas inseparables, se preparaban para un evento muy especial: el festín del hada de las flores. Se decía que el hada tenía el poder de conceder deseos y que su festín era un evento mágico.
"¿Estás lista para el festín, Isabel?" - preguntó Carmen, emocionada.
"¡No puedo esperar! He oído que las flores hablan en el festín. ¿Te imaginas?" - respondió Isabel, con los ojos brillando de curiosidad.
"Yo quiero aprender el secreto de cómo convierten sus colores en aromas suaves. Sería hermoso hacer que el mundo olfatea igual de bonito que se ve" - dijo Lourdes con una sonrisa soñadora.
Las tres princesas decidieron que la aventura no podía quedar solo en el deseo. Tenían que encontrar el camino hacia el claro mágico donde se celebraba el festín. Mientras caminaban, empezaron a notar que el sendero estaba cubierto de flores que iluminaban el camino de mil colores.
"Miren, ¡las flores nos guían!" - exclamó Carmen.
"Entonces, ¡sigamos adelante!" - dijo Isabel.
De repente, una mariposa de alas gigantes apareció ante ellas. Era un espectador de belleza impresionante.
"¿Hacia dónde se dirigen, princesas?" - preguntó la mariposa con voz suave.
"Vamos al festín del hada de las flores. ¿Sabrías cómo llegar?" - inquirió Lourdes.
"Sigan esa senda mágica, pero tengan cuidado: deben resolver un acertijo para cruzar el arco de flores que lleva al festín" - dijo la mariposa.
Las princesas continuaron su camino y llegaron ante un hermoso arco de flores enredadas. Un antiguo guardián de piedra apareció frente a ellas.
"Para pasar, deben contestar el acertijo: ¿Qué crece sin raíces, vuela sin alas y esconde secretos en sus pétalos?"
Las princesas se miraron confundidas.
"Quizás algo que vuela en el viento... como un diente de león," sugirió Isabel.
"¡Sí! Creo que es la respuesta correcta, porque el diente de león se lleva mis deseos cuando soplo sus semillas." - añadió Lourdes.
"Entonces, ¡vamos a decirlo todas juntas!" - sugirió Carmen.
"La respuesta es el diente de león!" - gritaron a la vez. El guardián sonrió y el arco brilló.
"Pueden pasar, princesas valientes. Su amor por las flores ha demostrado que son dignas de conocer los secretos de la magia floral. "
Felices, cruzaron el arco y entraron a un mundo lleno de luz y música. Las flores danzaban al ritmo de un viento suave y colores que nunca habían visto. En el centro del claro, el hada de las flores los esperaba.
"Bienvenidas, queridas princesas. He estado esperando su llegada. ¿Cuáles son sus deseos?" - preguntó el hada, con una voz dulce como el néctar.
"Yo quiero que todas las flores del reino se escuchen y se cuenten historias entre sí" - dijo Isabel.
"Yo deseo aprender a hacer que cada niño en el reino sonría cada vez que vea una flor" - dijo Carmen.
"Y yo quiero que todos sepan cómo cuidar de las flores y mantenerlas felices, porque son nuestros amigos" - completó Lourdes.
El hada sonrió y agitó su varita mágica.
"Sus deseos serán realidad. Recuerden que la gratitud y el amor son claves para vivir en armonía con la naturaleza. "
De repente, cada flor del reino comenzó a brillar y a contar historias mientras los niños reían y abrazaban las flores que en adelante siempre tendrían algo que contar. Las princesas comprendieron que su verdadero regalo era la unión y la amistad que compartían, y así, decidieron educar a todos sobre el poder de cuidar las flores y la naturaleza.
En el mundo de Arcoíris, la magia no solo residía en el hada, sino también en la bondad y el amor que compartieron las tres princesas, convirtiendo todo el reino en un hogar donde los deseos de flores, niños y princesas florecían juntos.
FIN.