El festín del oso hormiguero



Había una vez en la selva un oso hormiguero llamado Fermín, que tenía un hocico muy largo y una lengua pegajosa. Fermín vivía felizmente entre los árboles, buscando hormigas para comer todos los días.

Un día, después de mucho buscar, Fermín encontró un festín de hormigas rojas. Estaba tan emocionado que no sabía por dónde empezar a comer. Pero justo cuando iba a zambullirse en el festín, escuchó una voz suave que provenía de un árbol cercano.

- ¡Espera, Fermín! ¡No comas todavía! - le dijo la voz. Fermín se detuvo sorprendido y levantó la mirada para descubrir que la voz pertenecía a Martina, una ardilla muy sabia que vivía en el árbol.

- ¿Por qué no debería comer estas deliciosas hormigas? - preguntó Fermín, con la boca hecha agua. - Porque si comes sin antes dar gracias a la naturaleza por proveernos de alimento, estarás rompiendo el equilibrio de la selva - explicó Martina.

Fermín reflexionó por un momento y entendió el punto de Martina. Decidió seguir su consejo y, en lugar de zambullirse en el festín, agradeció a la naturaleza por el maravilloso banquete de hormigas. Luego, comenzó a comer lentamente, saboreando cada hormiga con gratitud.

De repente, notó que las hormigas no estaban huyendo asustadas, como solían hacerlo cuando se acercaba un depredador. Entonces, se dio cuenta de que su actitud de agradecimiento había calmado a las hormigas, creando un ambiente armonioso en la selva.

Después de comer, Fermín se acercó a Martina para agradecerle por su sabio consejo.

A partir de ese día, Fermín siempre recordó la importancia de agradecer a la naturaleza antes de disfrutar de su comida, y su corazón se llenó de gratitud en cada festín. La selva estaba en perfecta armonía y Fermín se convirtió en un ejemplo para todos los animales, enseñándoles la importancia de respetar y agradecer a la naturaleza.

FIN.

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