El Festival de Colores de la Amistad



En un tranquilo barrio de Buenos Aires, se encontraba el Parque Herida Niños Mamá Columpio, un lugar lleno de magia y diversión donde los niños podían jugar y reír sin parar.

En este parque vivían diferentes personajes como el Conejo Saltarín, la Ardilla Risueña y el Pato Parlanchín, quienes siempre estaban dispuestos a hacer nuevos amigos. Un día soleado, mientras los niños jugaban felices en los columpios y toboganes, algo inesperado sucedió.

La mamá Columpio, una hermosa estructura de madera que balanceaba a los niños con cariño, comenzó a sentirse triste y débil. Los niños notaron que algo andaba mal y decidieron acercarse para preguntarle qué le pasaba.

"¿Qué te pasa mamá Columpio? Estás muy quieta y no nos estás balanceando como siempre", preguntó Lucas, un niño curioso con lentes redondos. La mamá Columpio suspiró con tristeza y les contó que se sentía cansada porque había perdido su brillo interior.

Les explicó que solía brillar con luz propia gracias al amor y la alegría de los niños que la visitaban cada día, pero últimamente se había sentido olvidada y apagada. Los niños se miraron entre ellos preocupados.

Sabían que tenían que hacer algo para ayudar a su amiga la mamá Columpio a recuperar su brillo. Fue entonces cuando el Conejo Saltarín tuvo una brillante idea.

"¡Vamos a organizar un festival de colores para devolverle la alegría a mamá Columpio! Cada uno de nosotros traerá un color diferente y juntos crearemos una obra de arte maravillosa", propuso el Conejo Saltarín emocionado. Los niños asintieron entusiasmados con la idea y se pusieron manos a la obra.

La Ardilla Risueña trajo pinturas verdes para representar la esperanza, el Pato Parlanchín llevó pinturas azules para simbolizar la tranquilidad y Lucas trajo pinturas rojas para expresar el amor. Durante todo el día, los niños trabajaron juntos pintando cada rincón de la mamá Columpio con hermosos colores.

Cantaban canciones alegres mientras dejaban volar su creatividad en cada pincelada. Cuando terminaron, la mamá Columpio brillaba más que nunca con todos los colores del arcoíris reflejándose en ella.

La mamá Columpio no pudo contener las lágrimas de emoción al ver lo que los niños habían hecho por ella. Se balanceó suavemente sintiendo cómo el amor y la amistad llenaban nuevamente su corazón.

Desde ese día en adelante, la mamá Columpio siguió siendo el alma del Parque Herida Niños Mamá Columpio, recordándoles a todos que juntos pueden superar cualquier obstáculo si lo hacen desde el corazón.

Y así, entre risas y juegos infinitos, continuaron viviendo aventuras inolvidables en ese mágico lugar donde todo es posible cuando se comparte con amor.

FIN.

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