El festival de cometas mágicas
Había una vez en el mágico planeta de Fantasía, un perro llamado Arcoíris. Este peculiar canino tenía la habilidad de hacer cometas y teñir el cielo con los más hermosos colores.
Arcoíris vivía en un pequeño pueblo junto a su dueña, Luna, una niña muy curiosa y amante de la naturaleza. Juntos, formaban un equipo inseparable que siempre buscaba maneras de alegrar a los demás.
Un día, mientras paseaban por el parque del pueblo, Arcoíris notó que algo andaba mal. Los niños ya no jugaban como solían hacerlo y había tristeza en sus rostros. - ¡Luna! ¿Qué ha pasado con los chicos? Parece que han perdido su alegría -dijo preocupado Arcoíris.
Luna miró a su alrededor y se dio cuenta de lo mismo. Decidieron investigar qué estaba ocurriendo para ayudar a sus amigos. Caminaron hasta llegar al colegio donde encontraron a los niños sentados en silencio sin jugar ni reír como antes.
Se acercaron a ellos y preguntaron qué les ocurría. - Estamos aburridos porque no tenemos nada divertido para hacer -contestó Tomás, uno de los niños del grupo.
Luna tuvo una idea brillante y le dijo a Arcoíris:- ¡Ya sé cómo podemos ayudarlos! Vamos a organizar un gran festival de cometas para que todos puedan disfrutar juntos. Arcoíris movió la cola emocionado y comenzaron a trabajar para preparar el evento.
Luna hizo carteles invitando a todos los niños del pueblo a participar y Arcoíris se encargó de teñir los hilos de las cometas con sus colores mágicos. El día del festival llegó y el parque se llenó de risas y alegría.
Los niños corrieron emocionados, sosteniendo en sus manos las hermosas cometas que brillaban con los colores del arcoíris. Arcoíris volaba por el cielo, haciendo piruetas y dejando una estela multicolor que hacía sonreír a todos.
Luna miraba orgullosa cómo su perro había logrado devolver la felicidad a todos los niños. Pero justo cuando todo parecía perfecto, una ráfaga de viento fuerte hizo que todas las cometas se enredaran entre sí. Los niños comenzaron a llorar desconsoladamente al ver cómo sus amadas cometas quedaban destrozadas.
Arcoíris no sabía qué hacer para solucionar aquel desastre. Miró a Luna con tristeza y ella le dijo:- No te preocupes, Arcoíris. A veces las cosas no salen como esperamos, pero lo importante es aprender de los errores y seguir adelante.
Entonces, Luna tuvo otra idea maravillosa. Reunió a todos los niños en un círculo y les explicó que cada uno podía tomar un hilo de una cometa diferente para crear una nueva juntos.
Los niños se miraron unos a otros y asintieron con entusiasmo. Cada pequeño tomó un hilo distinto y comenzaron a trenzarlos formando una gran cometa colectiva. Cuando terminaron, lanzaron la nueva cometa al cielo y esta voló más alto y más fuerte que nunca.
Todos los niños se abrazaron, emocionados de haber trabajado juntos para superar el problema. Arcoíris comprendió entonces que no era solo su magia la que alegraba a los niños, sino también la unión y la amistad.
Desde aquel día, él y Luna siguieron organizando festivales de cometas cada año, recordándoles a todos la importancia de trabajar en equipo y valorar las diferencias.
Así, en el mágico planeta de Fantasía, Arcoíris el perro volador siguió teñiendo el cielo con sus colores mientras inspiraba a los niños a ser felices juntos. Y aunque las cometas pudieran enredarse nuevamente por el viento o cualquier otro obstáculo, siempre habría una solución si estaban dispuestos a aprender y colaborar.
FIN.