El Festival de las Emociones



Había una vez, en un pueblo muy especial llamado Sentilandia, un festival único en el que todas las emociones tenían su propio lugar. Este festival era conocido como "El Festival de las Emociones" y se celebraba una vez al año. En Sentilandia, cada emoción se personificaba y se manifestaba de muchas maneras, cada una lista para mostrar su importancia en la vida de todos.

A medida que se acercaba el día del festival, los habitantes del pueblo estaban emocionados. Aquí, la Creatividad era una mujer llena de colores y pinturas, bailando y creando arte donde quiera que iba. El Enfado, un niño de cabello rojo y ceño fruncido, siempre reprochaba a la gente por lo que a su modo era considerado injusto. La Tristeza, una chica con un sombrero gris, siempre llevaba consigo un paraguas, ya que parecía que nunca dejaba de llover, a veces incluso en días soleados.

Mientras tanto, el Miedo, que era un ratón pequeño y rápido, estaba escondido detrás de una caja, mientras que la Ansiedad, vestida con múltiples capas de ropa, caminaba de un lado a otro, hablando rápidamente. El Aburrimiento era un joven que se la pasaba tirado a la sombra de un árbol, suspirando. Y, por último, la Envidia, una chica con un vestido verde brillante, siempre trataba de compararse con los demás, deseando tener lo que no podía alcanzar.

-El festival comienza en una hora- anunció el alcalde, un viejo sabio llamado Don Sentido. -¡Hay que prepararse!

Todos comenzaron a hacer sus tareas, pero la Creatividad, emocionada, decidió hacer algo especial.

-¡Voy a pintar un mural gigante para celebrar nuestra diversidad emocional! - gritó, con una energía contagiosa.

Los demás, intrigados, empezaron a acercarse.

-¡Eso suena genial! - dijo el Enfado. - Pero, ¿y si nos dices algo malo en el mural? - protestó, cruzando los brazos.

-¡No, no! - interrumpió la Tristeza - ¡Cualquier emoción es válida! - me refiero a que a veces, la tristeza por sí sola puede sonar hermosa dentro de un mural.

-¡Y el enojo también puede ser arte! - agregó la Ansiedad, dejándose llevar por la emoción.

Sin embargo, a medida que más emociones se unían para ayudar a la Creatividad, el Aburrimiento se quedó al margen, murmurando.

-Esto es aburrido, se están olvidando de la diversión. - dijo, zambulléndose en el suelo.

La Envidia, viendo cómo todos prestaban atención a la Creatividad, no pudo evitar que su corazón se pusiera verde.

-¿Por qué sólo a ella la escuchan? ¡Yo también puedo ayudar! - exclamó, echando espuma por la boca de rabia.

El Miedo, viendo que las cosas se estaban complicando, chilló:

-¡Vamos a calmarnos! - y así, saltó al centro de la atención.

Todos se observaron en silencio. Y fue entonces que Don Sentido, el anciano alcalde, se acercó.

-Queridos amigos, cada emoción es parte importante de este gran mural que estamos creando. ¿Por qué no le damos a cada uno un lugar, así todos pueden brillar?

Los habitantes se miraron unos a otros, y una chispa comenzó a encenderse en sus corazones.

-¡Eso sería maravilloso! - exclamó la Creatividad. -Todos juntos podemos crear una obra aún más hermosa.

Así, decidieron que el mural tendría un espacio para cada uno de ellos. La Envidia decidió transformar su deseo en un hermoso espacio verde lleno de flores, el Enfado pintó llamas que danzaban al rededor, y la Tristeza su escena melancólica que, lejos de ser desagradable, mostraba la belleza de la nostalgia.

La Ansiedad dibujó líneas entrelazadas, mostrando cómo a veces es difícil calmarse, y el Miedo, aunque pequeño, pintó sombras que demostraban que no siempre hay que temerles a las cosas que no conocemos. El Aburrimiento se unió también, llenando el mural de espacios libres, donde los habitantes podrían descansar y reflexionar.

Finalmente, cuando terminaron, el mural fue revelado al público. Era tan colorido y rico, lleno de alegría y también de las historias de cada emoción que habita en nosotros. Todos los habitantes se sintieron felices y capaces.

-¡Viva el Festival de las Emociones! - gritaron juntos, celebrando su diversidad.

Desde ese día, en cada Festival, el mural siguió creciendo, demostrando que todas las emociones tienen su razón de ser, y que juntas, pueden crear algo hermoso.

FIN.

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