El Festival de las Legumbres



En un tranquilo pueblo llamado San Legumbre, los habitantes vivían en armonía con la naturaleza, dedicándose a cultivar legumbres de todo tipo. Cada mañana, el aroma fresco de frijoles, lentejas y garbanzos llenaba el aire, y la sabiduría sobre la alimentación y la salud era una parte fundamental de su vida diaria.

La temporada del Festival de las Legumbres se acercaba, y todos en San Legumbre estaban emocionados. Este festival celebraba la abundancia y la diversidad de las legumbres que cultivaban, y se organizaban juegos, concursos y comidas deliciosas. Susi, una niña de diez años, estaba especialmente entusiasmada.

"¡Mamá! ¡Estoy segura de que este año voy a ganar el concurso de la mejor receta!" dijo Susi, mientras ayudaba a su madre a preparar un rico guiso de lentejas.

"Claro que sí, cariño. Con tu habilidad y el secreto de nuestra familia, no hay dudas de que lo lograrás", respondió su madre con una sonrisa.

Pero no todo era felicidad. En el corazón del pueblo, había un viejo almacén donde vivía Don Alfredo, un anciano muy sabio pero solitario. A pesar de que todos lo respetaban, a menudo se sentía triste porque había perdido su jardín de legumbres debido a una tormenta. "Ya no podré participar en el festival", murmuraba para sí mismo.

Susi decidió que debía ayudar a Don Alfredo. Un día, se acercó a su casa y le preguntó:

"- Don Alfredo, ¿por qué no viene al festival este año? ¡Sería genial que participe!".

El anciano miró a Susi con tristeza. "- Querida, mi jardín ya no existe. Y sin jardín, no hay legumbres".

"- Pero podemos plantar legumbres juntos, Don Alfredo. Siempre puedes contribuir de otra manera", dijo Susi con una gran sonrisa.

Don Alfredo se sintió conmovido por la propuesta de Susi y aceptó. Juntos comenzaron a preparar el terreno y recogieron semillas de las legumbres que Susi había traído de su casa. Mientras trabajaban, conversaban sobre las diferentes legumbres y sus beneficios.

"- ¿Sabías que los garbanzos ayudan a tener energía?" comentó Susi mientras plantaban.

"- Y que las lentejas son ricas en proteínas y muy buenas para el corazón", agregó Don Alfredo, sintiéndose más alegre.

Día tras día, Susi y Don Alfredo cuidaron del pequeño jardín. Las plantas empezaron a crecer, y ambos sentían una satisfacción por la labor que estaban haciendo. A medida que se aproximaba el festival, el jardín florecía con frijoles, lentejas y garbanzos.

Finalmente, llegó el día del festival. Susi llevó su receta de guiso de lentejas, y al mismo tiempo, mucho más emocionada estaba por llevar consigo a Don Alfredo, quien había cultivado legumbres frescas en su pequeño jardín.

"- ¡Mirá, Don Alfredo! ¡Tus legumbres están divinas!" exclamó Susi al ver cómo brillaban bajo el sol.

"- Gracias, Susi. No lo hubiera podido hacer sin vos", respondió el anciano, que de pronto se sentía lleno de orgullo.

Durante el concurso de recetas, Susi presentó su guiso junto a los frijoles, y el jurado quedó impresionado por el sabor, no sólo por la receta, sino porque incluía las legumbres frescas que habían cultivado juntos.

El jurado deliberó y, finalmente, anunció:

"- ¡La ganadora del concurso de recetas del festival de las legumbres es Susi, con su Guiso de Lentejas de Don Alfredo!".

La multitud estalló en aplausos mientras Don Alfredo abrazaba a Susi, que no podía dejar de sonreír.

"- ¡Nunca pensé que esto sería posible!" dijo el anciano, con lágrimas en los ojos.

"- Lo logramos juntos, Don Alfredo. Este año, no solo aprendimos sobre las legumbres, sino también sobre la amistad y la colaboración", contestó Susi.

Desde aquel día, Don Alfredo fue visitante constante en el pueblo y no se sintió más solo. Gracias a Susi, había recuperado no solo su jardín, sino su lugar en la comunidad.

Así, en San Legumbre, todos aprendieron que la verdadera magia del festival radicaba en compartir, colaborar y celebrar juntos lo que la naturaleza les daba, recordando siempre que, en equipo, ¡se pueden lograr cosas maravillosas!

FIN.

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