El Festival de los Colores



En un pintoresco pueblo rodeado de montañas, vivían cinco amigos especiales: Ikal, una joven indígena con largas trenzas; Luna, una alegre afrocolombiana con una risa contagiosa; Tito, un carismático mulato que siempre tenía una historia que contar; Samira, una curiosa mestiza apasionada por las aventuras; y Marco, un gitano que tocaba el violín de una manera mágica.

Un día, se enteraron de que habría un gran festival de colores en el centro del pueblo. El festival celebraría la diversidad y la unión de todas las culturas. Los cinco amigos estaban muy emocionados y decidieron que debían preparar algo especial para el evento.

"¡Vamos a crear una danza que celebre nuestra diversidad!" - propuso Ikal.

"¡Sí! Cada uno puede añadir un toque único de su cultura." - siguió Luna con entusiasmo.

"Podríamos usar nuestros trajes tradicionales y contar historias a través de la danza" - sugirió Tito.

"Y yo puedo hacer una pintura enorme que represente la unidad de nuestro pueblo!" - dijo Samira con una chispa en los ojos.

"¡Y no olviden mi música! El violín hará que todos se sientan felices y emocionados" - exclamó Marco.

Los amigos comenzaron su preparación. Se reunían cada tarde después de la escuela en casa de Samira, donde la pintura ya empezaba a tomar forma. Ikal enseñó pasos de danza tradicional, Luna trajo ritmos africanos vibrantes, Tito compartió historias ancestrales mientras bailaban, y Marco agregaba melodías que hacían vibrar el corazón.

Con la llegada del festival, la plaza del pueblo tenía decoraciones de colores brillantes, luces y banderas que ondeaban al viento. La gente del pueblo empezó a reunirse, llena de expectativa. Pero a medida que el espectáculo comenzaba, un grupo de chicos que no conocían a nuestros cinco amigos se burló de ellos.

"Miren a esos chicos raros con sus trajes y bailes extraños!" - rieron.

Los cinco amigos se sintieron un poco desanimados. Sin embargo, Ikal recordó lo que su abuela le solía contar.

"La belleza de la diversidad siempre brilla más en momentos de oscuridad. Debemos mostrarles lo que somos capaces de hacer." - los alentó.

Decididos a no dejarse vencer, los amigos continuaron con su presentación. Con sus trajes tradicionales, lanzaron al aire colores brillantes mientras danzaban al compás de la música que emergía del violín de Marco.

Mientras bailaban, las risas del público empezaron a mezclarse con la música y los pasos de baile. Los que al principio se burlaban, no pudieron evitar sonreír al ver lo felices que estaban.

"¡Son increíbles!" - exclamó uno de los chicos que se había reído antes.

Al finalizar su actuación, el público estalló en aplausos. Los cinco amigos se abrazaron con fuerza, sintiendo el apoyo de todos. La pintura de Samira también obtuvo elogios, y decidieron juntar sus talentos en una sola obra.

De pronto, el alcalde del pueblo se acercó a ellos.

"Gracias por recordarnos que la diversidad es una fortaleza, no una debilidad. ¡Quiero que representen a nuestro pueblo en el próximo festival nacional de culturas!" - les dijo emocionado.

Los amigos no podían creerlo. Desde ese día, el festival de los colores se convirtió en una tradición en su pueblo, donde todos se unieron para celebrar sus diferencias y aprender unos de otros.

El festival no solo les trajo alegría, sino que también enseñó a todos a valorar y respetar la diversidad. Así, Ikal, Luna, Tito, Samira y Marco no solo fueron amigos, sino embajadores de sus culturas, llevando su hermosa danza a cada rincón del país, demostrando que la unión hace la fuerza.

FIN.

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