El Festival de los Colores del Mundo
En un pequeño pueblo llamado Arcoiris, donde la gente vivía en armonía, todos se preparaban para celebrar el Festival de los Colores del Mundo, un evento que unía a diferentes culturas y lenguas. Cada año, las familias de Arcoiris decoraban sus casas con banderines de colores y preparaban platos típicos de sus países de origen.
Un día, mientras María, una niña de diez años, ayudaba a su mamá a hacer empanadas, le preguntó:
"Mamá, ¿por qué tenemos que celebrar este festival? Ya casi lo conocemos todo".
Su mamá sonrió y respondió:
"Es importante celebrar nuestras diferencias, María. Cada cultura tiene algo único que aportar. ¡Este festival es una oportunidad para aprender y disfrutar!".
Así que María decidió que sería su misión este año aprender más sobre otras culturas y los idiomas que hablaban. Su amiga Lucía, que era de una familia que venía de Italia, le dijo:
"Yo conozco una receta de pasta que es deliciosa. ¡Ven a ayudarme a hacerla para el festival!".
María aceptó encantada y se aventuró a la casa de Lucía. Mientras preparaban la pasta, Lucía le enseñó algunas palabras en italiano.
"Se dice ‘grazie’ cuando quieres dar las gracias. ¡Practicá conmigo!".
"Grazie!" - repitió María, riendo.
Pero cuando llegaron al festival, María se dio cuenta de que había algo inusual. Cada grupo cultural había preparado algo diferente: música, comidas y bailes, pero a nadie le importaba lo que estaba haciendo el otro. Todos estaban en sus propios mundos.
María notó que algunos niños estaban tristes. Se acercó a uno de ellos, llamado Ahmed, que venía de una familia siria.
"¿Por qué no vienes a jugar con nosotros?" - preguntó María, preocupada.
"No sé cómo bailar las danzas de Arcoiris, así que prefiero quedarme aquí" - respondió Ahmed, mirando al suelo.
María pensó que no podía dejar que eso sucediera. Entonces tuvo una idea brillante.
"¡Hagamos una gran actividad todos juntos! ¿Qué te parece si formamos un círculo y cada persona muestra algo especial de su cultura?".
"¡Buena idea!" - dijo Ahmed, sonriendo por primera vez.
María corrió a buscar a otros niños y se encontró con Ana, que era de México.
"Ana, vení. Vamos a hacer un círculo y compartir algo de nuestras culturas. ¡Puede ser danza, comida, o cualquier cosa!".
"¡Me encanta la idea!" - exclamó Ana.
En pocos minutos, todos los niños del festival formaron un gran círculo, entusiasmados. Uno de los mayores, un abuelo que había viajado por todo el mundo, tomó la palabra.
"¿Saben? Cada uno de ustedes tiene algo especial que ofrecer. Así es como las culturas crecen y se enriquecen".
El abuelo comenzó a tocar su guitarra y invitó a los demás a unirse.
"Vamos a cantar en nuestras lenguas, a compartir el amor por la música" - dijo.
Y así, comenzaron a cantar. Los sonidos del español, el italiano, el árabe y muuuchos otros idiomas se unieron, creando una melodía hermosa y única. Todos empezaron a bailar juntos, olvidándose de sus diferencias. María se sentía feliz porque había logrado unir a los niños y fomentar la amistad.
Después de la música, cada niño mostró un poco de comida tradicional. María estaba emocionada probando cosas nuevas y compartiendo sus empanadas, mientras disfrutaba de la pasta de Lucía y las enchiladas de Ana.
Cuando los padres vieron lo que los niños habían logrado, se sorprendieron.
"¡Qué hermoso verlos juntos!" - exclamó la mamá de María.
"Este festival debe ser un lugar para todos, celebrando nuestras tradiciones, pero también aprendiendo y fusionándonos".
Al final del día, después de tantas risas y bailes, María se dio cuenta de que lo que había empezado como una simple celebración de colores, era realmente un festival de amistad, unión y entendimiento. Todos aprendieron sobre sus culturas y se dieron cuenta de que la diversidad era lo que hacía especial a su pequeño pueblo.
María sonrió mientras observaba a su alrededor. El próximo año, pensó, el festival sería aún más grande. Y con eso, Arcoiris sería un lugar lleno de alegría, colores, y el amor por las diferentes culturas.
"¡Feliz Festival de los Colores del Mundo para todos!" - gritó María emocionada.
"¡Feliz Festival!" - respondieron todos, mezclando idiomas y culturas, creando una orquesta de felicidad y respeto por lo diverso.
FIN.