El Festival de Navidad Solidario
Era una cálida mañana de diciembre en el barrio de Los Valles, donde un grupo de amigos se juntó en el parque para jugar y disfrutar del aire libre. Sofía, Lucas, Mateo, Valentina y Julián estaban muy emocionados porque se acercaba la Navidad. Mientras charlaban, Sofía tuvo una idea brillante.
"¿Y si hacemos un festival de Navidad solidario?" - propuso Sofía con una amplia sonrisa.
"¿Un festival?" - preguntó Lucas, emocionado. "¿Qué tendríamos que hacer?"
"Podríamos vender cositas ricas, hacer juegos y poner una colecta para ayudar a los que más lo necesitan" - sugirió Mateo, que siempre pensaba en ayudar.
"¡Sí! Así todos se divierten y además ayudamos a los demás" - añadió Valentina, moviendo su cabello con rapidez.
"¡Me encanta la idea!" - gritó Julián, dando saltitos de alegría.
Los niños comenzaron a planear el festival. Se pusieron de acuerdo en que cada uno traería algo especial: Sofía llevaría galletitas de jengibre, Lucas se encargaría de hacer un stand de limonada, Valentina pensó en un juego de dardos, y Mateo se dedicó a diseñar invitaciones.
Después de una semana de trabajo, el gran día llegó. El parque se llenó de luces, decoraciones navideñas y sonrisas. Sin embargo, cuando miraron a su alrededor, se dieron cuenta de que el lugar estaba muy vacío.
"¿Pero dónde está la gente?" - preguntó Julián, mirando con preocupación.
"Tal vez no hubo suficientes anuncios" - dijo Sofía, desilusionada.
"¡No podemos rendirnos!" - animó Lucas. "Vamos a hacer ruido y a invitar a todos los que podamos".
Decididos a atraer a más personas, se pusieron a cantar villancicos y a tocar instrumentos improvisados. La música llenó el aire, y poco a poco, los vecinos comenzaron a acercarse, atraídos por el alegre sonido.
Pronto, el parque se llenó de gente. El aroma de las galletas y la limonada tentaron a muchos a unirse y participar de los juegos. Cada risa y cada aplauso aumentaba el ánimo del grupo.
"¡Mirad cuánta gente ha venido!" - exclamó Valentina, con los ojos brillantes de felicidad.
Así pasaron la tarde, riendo y compartiendo, recaudando donaciones que llenarían cajas de comestibles para los más necesitados. Se sentían orgullosos de lo que habían logrado.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, Julián se subió a una pequeña tarima y dijo:
"¡Gracias a todos por venir! Este festival no sólo ha sido divertido, sino que hemos podido ayudar a muchas familias".
El aplauso resonó en el parque mientras los niños se miraban orgullosos, sabiendo que su esfuerzo había valido la pena.
Esa noche, todos los niños se fueron a casa cansados, pero felices. Sofía, mientras se acomodaba en su cama, reflexionó sobre lo que hicieron.
"La verdad es que hacer el bien siempre es divertido" - murmuró.
Y todos, aunque estaban en sus casas, sintieron el mismo calor en sus corazones. Prometieron que el próximo año, el festival sería aún más grande y mejor.
Y así, con una gran sonrisa y un espíritu solidario, se despidieron de su primer festival de Navidad, sabiendo que habían sembrado una semillita de generosidad en su comunidad. Cada año, continuarían con esta hermosa tradición que tanto había unido a todos.
FIN.