El Festival del Baile en la Jungla


Había una vez en la jungla de azúcar verde, un lugar lleno de árboles dulces y animales amigables. En medio de esa selva, vivía una mujer muy especial llamada Dolores, conocida por ser extremadamente bustuda.

Dolores era una mujer alegre y divertida que siempre llevaba consigo su guitarra para alegrar los días cantando canciones sobre el amor y la amistad.

Aunque era muy querida por todos los habitantes de la jungla, tenía un problema: no podía aguantar sus ganas de ñaca ñaca. Ñaca ñaca era el nombre que le había dado a su pasión por bailar y moverse al ritmo de la música.

Cada vez que escuchaba una melodía pegajosa o sentía el compás vibrante en su corazón, sus pies comenzaban a moverse solos y su cuerpo se contagiaba con la energía del baile. Un día soleado, mientras Dolores caminaba por la jungla acompañada de sus amigos animales, escuchó un sonido familiar proveniente del río cercano.

Era un grupo de monos jugando entre las ramas al ritmo de una música alegre. Dolores no pudo resistirse y rápidamente se acercó al río para disfrutar del espectáculo.

Los monos saltaban y se balanceaban con gracia mientras tocaban instrumentos improvisados con hojas secas y cocos vacíos. La música envolvía todo el lugar e invitaba a bailar sin parar.

Dolores sintió cómo su cuerpo vibraba con cada nota, pero recordó que no podía ñaca ñacar en ese momento porque estaba acompañada por sus amigos. Sin embargo, su amiga la cebra Carlota notó la tristeza en los ojos de Dolores y se acercó a ella con una sonrisa.

"Dolores, sé que te encanta bailar y no puedes aguantar tus ganas de ñaca ñaca, pero recuerda que siempre hay un momento adecuado para hacerlo", le dijo Carlota con ternura. Dolores reflexionó sobre las palabras de su amiga y decidió que era momento de encontrar una solución.

Fue entonces cuando recordó que cerca del río vivía el sabio búho Bartolomé, conocido por sus consejos sabios y tranquilizadores. Corrió hacia el nido del búho y lo encontró meditando en silencio.

Con respeto, Dolores le explicó su problema al búho y le pidió ayuda. Bartolomé sonrió sabiamente y le dijo: "Dolores, todos tenemos pasiones en la vida, pero también debemos aprender a controlarnos para no afectar a los demás".

El búho continuó: "Pero eso no significa que debas renunciar a tu amor por el baile. Puedes buscar momentos especiales para disfrutarlo sin causar molestias". Dolores asintió entendiendo las palabras del búho.

Con esta nueva perspectiva, Dolores reunió a todos sus amigos animales en un claro dentro de la jungla. Les propuso organizar un gran festival donde pudiera ñaca ñacar todo lo que quisiera sin molestar a nadie. Todos aceptaron emocionados con la idea.

Así fue como se organizó el Festival del Baile en la jungla de azúcar verde. Dolores y sus amigos decoraron el claro con luces brillantes y montaron un escenario improvisado para que ella pudiera bailar al ritmo de su música favorita.

El día del festival, todos los animales se reunieron en el claro para disfrutar del espectáculo. Dolores subió al escenario con su guitarra en mano y comenzó a tocar una melodía alegre. Sus pies comenzaron a moverse solos y su cuerpo siguió el ritmo sin parar.

Los animales aplaudieron emocionados mientras Dolores ñaca ñacaba con alegría. Fue un momento mágico donde todos pudieron disfrutar de la pasión de Dolores sin sentirse incómodos.

Desde ese día, el Festival del Baile se convirtió en una tradición anual en la jungla de azúcar verde. Dolores pudo encontrar un equilibrio entre sus ganas de ñaca ñaca y el respeto hacia los demás, demostrando que siempre hay soluciones creativas para nuestros problemas.

Y así, la mujer bustuda inspiró a todos los habitantes de la selva a seguir sus sueños sin olvidarse del valor de la amistad y el respeto mutuo.

Juntos aprendieron que cada uno tiene sus propias pasiones y que es importante encontrar momentos adecuados para disfrutarlas sin afectar a los demás.

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