El festival mágico de Sofía y su mamá


Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo junto a su mamá. Sofía adoraba a su mamá, pero últimamente la veía triste y preocupada todo el tiempo.

Esto entristecía también a Sofía, quien no entendía por qué su mamá estaba así. Un día, mientras caminaban juntas por el parque, Sofía decidió preguntarle a su mamá sobre lo que estaba pasando.

Con mucho amor y cuidado, le dijo: "Mamá, noto que estás triste últimamente. ¿Puedes contarme qué te preocupa?"La mamá de Sofía suspiró y se sentó en un banco del parque junto a ella. Con lágrimas en los ojos, le respondió: "Querida Sofi, estoy atravesando momentos difíciles en mi trabajo.

Me siento muy presionada y eso me hace sentir triste". Sofia abrazó fuertemente a su mamá y le dijo: "No te preocupes, mamá. Estoy aquí para apoyarte".

Esa misma tarde, Sofia decidió hacer algo especial para alegrar el corazón de su madre. Se puso manos a la obra con una idea brillante en mente.

Al día siguiente, cuando llegaron al parque después de la escuela, encontraron un cartel gigante frente al lago que decía: "¡Festival de Alegría! Ven y disfruta con nosotros". La curiosidad invadió tanto a la mamá como a Sofia; decidieron seguir las flechas hasta llegar al lugar donde se llevaba a cabo el festival.

Cuando entraron al festival vieron muchas atracciones coloridas y divertidas: juegos, música, bailes y comida deliciosa. La mamá de Sofia comenzó a sonreír tímidamente al ver toda la alegría que había a su alrededor. "Mamá, ¿te gustaría hacer un deseo?", preguntó Sofia emocionada.

"¡Claro que sí!" -respondió su mamá con una sonrisa. Sofia guió a su mamá hacia un árbol mágico en el centro del festival. Allí les dieron papelitos para escribir sus deseos y colgarlos en las ramas del árbol.

La mamá de Sofía cerró los ojos por un momento y luego colgó su deseo en el árbol. Ambas miraron cómo se movían los deseos con el viento, llenando el ambiente de esperanza.

Después de disfrutar juntas todas las atracciones del festival, regresaron a casa con corazones llenos de felicidad y amor. La mamá de Sofía le dio un abrazo apretado y le dijo: "Gracias por hacerme sentir tan especial hoy. Eres mi mayor alegría".

Los días siguientes fueron diferentes para la familia de Sofía; poco a poco la tristeza fue dejando paso a la alegría nuevamente. Mamá comenzó a encontrar soluciones para sus problemas laborales y aprendió que siempre hay algo bueno en cada día.

Conforme pasaba el tiempo, Sofía aprendió una valiosa lección: que cuando alguien está triste o preocupado, es importante estar ahí para apoyarlo y recordarle lo hermoso que es vivir momentos especiales juntos.

Desde aquel día en el festival, Sofia siempre buscaba maneras creativas de hacer sonreír a su mamá, sabiendo que su amor y alegría eran el mejor regalo que podía darle.

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