El Festival Solidario



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Juan. Juan era conocido por todos como "el triste" porque siempre llevaba una expresión triste en su rostro y parecía nunca sonreír.

Un día, mientras caminaba por el parque del barrio, Juan se encontró con Lucas, un niño muy alegre y extrovertido. Lucas notó la tristeza en el rostro de Juan y decidió acercarse a él.

- ¡Hola! ¿Por qué estás tan triste? - preguntó Lucas con curiosidad. Juan suspiró y respondió: - No sé... simplemente siempre me siento así. Lucas no pudo evitar sentir empatía por Juan y decidió hacer algo al respecto.

- ¡Tengo una idea! Vamos a jugar juntos todos los días después de la escuela. Te aseguro que te divertirás tanto que olvidarás tu tristeza - exclamó entusiasmado Lucas. Juan dudaba de que eso pudiera funcionar, pero decidió darle una oportunidad.

Esa misma tarde, ambos niños comenzaron a pasar tiempo juntos jugando al fútbol en el parque. A medida que pasaban los días, Lucas invitaba también a otros niños del barrio para unirse a ellos. Pronto, el grupo creció y se convirtieron en grandes amigos.

Un día, mientras jugaban al escondite en el parque, se les ocurrió una idea emocionante: organizar un festival para recaudar fondos para ayudar a las personas necesitadas del barrio.

Todos los niños estuvieron de acuerdo y comenzaron a planificarlo con entusiasmo. Con la ayuda de los adultos del barrio, organizaron puestos de comida, juegos y espectáculos. Invitaron a todos los vecinos a participar y aportar donaciones para ayudar a las familias más necesitadas.

El día del festival llegó y el parque se llenó de risas, música y alegría. Juan, que solía ser conocido como "el triste", ahora llevaba una sonrisa en su rostro mientras veía cómo todo el barrio se unía para hacer el bien.

Al final del día, cuando contaron todas las donaciones recolectadas, se dieron cuenta de que habían logrado recaudar una gran cantidad de dinero para ayudar a las familias necesitadas. Todos estaban emocionados por haber hecho algo tan bueno juntos.

Juan miró a Lucas con gratitud y le dijo: - Gracias por hacerme parte de este maravilloso grupo de amigos. Ahora entiendo que la verdadera felicidad se encuentra en ayudar a los demás y ver sonreír a quienes nos rodean.

Desde ese día, Juan dejó atrás su tristeza y se convirtió en uno de los niños más felices del barrio. Siempre recordaría cómo la amistad y el trabajo en equipo pueden cambiar vidas y hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, gracias al espíritu solidario y amigable de Lucas y sus amigos, el pequeño barrio nunca volvió a ser el mismo.

Cada vez que alguien necesitaba una mano amiga o un motivo para sonreír, sabían que podían contar con ellos. Fin

FIN.

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