El Fin de Año Mágico de Elizabeth
Era el último día de clases en el colegio de Elizabeth, y la emoción flotaba en el aire como las burbujas de un refresco. Elizabeth, una niña aventurera y alegre, no podía contener su entusiasmo. Se sentó con sus amigos en el patio, observando cómo el sol brillaba en el cielo azul, iluminando el camino hacia las vacaciones.
"¡Hoy es un día especial!" - dijo Elizabeth sonriendo. "Siempre hay algo nuevo por descubrir en la escuela, incluso en el último día."
Sus amigos, Tomás y Ana, la miraron con curiosidad.
"¿Qué será?" - preguntó Tomás, un poco escéptico pero intrigado.
"Puede que no lo sepan, pero este año han pasado muchas cosas. Como cuando conocimos a Sofía, la nueva compañera del aula, que nos enseñó a hacer manualidades increíbles," - explicaba Elizabeth, recordando los momentos compartidos.
"Es verdad, y los juegos en el campamento también fueron geniales," - comentó Ana.
Justo en ese instante, la maestra Clara, conocida por sus cuentos fantásticos, salió al patio con una gran caja en sus manos.
"¡Atención chicos!" - exclamó la maestra. "Hoy vamos a hacer algo diferente. He preparado una actividad especial para despedir el año."
Todos los niños se acercaron, intrigados por la misteriosa caja.
"¿Qué hay adentro?" - preguntó Ana llena de curiosidad.
"Eso lo descubrirán al azar. Cada uno de ustedes sacará un objeto, y tendrá que contar una historia relacionada con eso," - explicó la maestra Clara.
Los niños empezaron a sacar objetos de la caja. Tomás encontró un viejo mapa.
"¡Miren! Yo tengo un mapa antiguo. Esto me recuerda cuando hicimos la búsqueda del tesoro en la clase de geografía," - dijo emocionado.
Luego, Ana sacó una pequeña brújula.
"Esto me recuerda a la vez que nos perdimos en el bosque durante el campamento, pero gracias a la brújula de papá, encontramos el camino de regreso!" - narró con una sonrisa.
Finalmente, fue el turno de Elizabeth.
"Yo tengo... un reloj de arena!" - gritó mientras sacaba el objeto. "Este reloj me hace pensar en cómo el tiempo vuela. Por ejemplo, el tiempo que pasamos juntos en clase, los momentos de risas y hasta los días en que aprendimos de nuestros errores."
La maestra Clara asintió con admiración.
"Exactamente, Elizabeth. Cada día de clase es un instante que nunca volverá, pero cada recuerdo que creamos es el verdadero tesoro de nuestra educación." - dijo con ternura.
La actividad terminó y los chicos compartieron risas, historias y abrazos. Pero aún quedaba algo más por descubrir. La maestra Clara les propuso una última sorpresa.
"Voy a llevarlos a un lugar mágico dentro del colegio ", - les dijo mientras guiaba a los alumnos hacia la biblioteca.
Cuando llegaron, los niños se sorprendieron al ver que había libros abiertos por todas partes, y en el centro, un gran mapa que iluminaba el suelo.
"¡Wow! ¿Qué es esto?" - exclamó Tomás.
"Es un mapa mágico. Cada libro que leamos durante las vacaciones nos llevará a un lugar nuevo que podremos compartir cuando volvamos en el próximo año. Cada aventura nos ayudará a crecer y conocernos mejor entre nosotros," - explicó la maestra.
Los ojos de los niños brillaban con emoción y expectativa.
"¡Quiero leer el de aventuras!" - grito Ana.
"¡Yo el de misterios!" - dijo Tomás.
"Y yo quiero el de las estrellas!" - agregó Elizabeth.
Al finalizar el día, cada uno se llevó su mapa y una lista de libros recomendados. La maestra Clara les dijo:
"Recuerden, cada nuevo libro es una nueva aventura esperando ser descubierta. Nunca dejen de aprender, ya que siempre habrá algo nuevo y maravilloso por descubrir."
Al salir del colegio, Elizabeth miró a sus amigos con una gran sonrisa.
"Este año fue increíble, pero el que viene será aún mejor. ¡Estoy lista para leer muchas historias!"
Tomás y Ana la miraron y asintieron con entusiasmo. Había tanto por explorar, tanto para aprender, tanto para vivir.
Y así, una vez más, Elizabeth demostró que el final de un ciclo no es solo un adiós, sino el maravilloso comienzo de nuevas aventuras que están por venir.
FIN.