El Fin de la Tormenta
Había una vez, en un colorido pueblo llamado Arcoíris, una pequeña niña llamada Lila. Lila era diferente a los demás. Tenía una hermosa sonrisa, pero su aspecto no se ajustaba a los estándares de belleza que muchos consideraban importantes. Tenía el cabello desordenado, pecas en la nariz y una risa contagiosa. Sin embargo, eso no era lo que la hacía especial; su corazón estaba lleno de amor y generosidad.
Un día, mientras Lila paseaba por el parque, se encontró con un grupo de niñas que jugaban a la ronda. Ellas la vieron y comenzaron a murmurar entre ellas.
"¿Quién es esa? No se ve tan bonita como nosotras" - dijo una de las niñas, con voz burlona.
"Sí, parece que nunca se peina" - respondió otra, riendo.
Lila sintió una punzada en su corazón, pero decidió no dejar que eso la desanimara. En lugar de eso, se acercó y les dijo:
"Hola, soy Lila. ¿Puedo jugar con ustedes?"
Las niñas se miraron entre sí, viéndola con desdén.
"No sé si seas lo suficientemente divertida para jugar con nosotras" - contestó la más alta del grupo, que se llamaba Clara.
Lila se sintió triste, pero rápidamente pensó en lo que podía hacer. Así que, con una gran sonrisa, dijo:
"¿Qué les parece si les cuento un chiste?"
Las niñas la miraron skepticas, pero Clara asintió con la cabeza.
"De acuerdo. Cuéntanos uno" - respondió, cruzando los brazos.
"¿Por qué los pájaros no usan Facebook?" - preguntó Lila.
"No sé, ¿por qué?" - contestó Clara.
"Porque ya tienen Twitter!"
Entonces, el grupo estalló en risas. Lila se sintió mejor, había logrado hacerlas reír.
"¿Ves? Soy divertida, ¿no? Entonces, ¿puedo jugar?" - dijo, sintiendo que se abría un pequeño puente entre ella y las otras niñas.
A medida que pasaba el tiempo, Lila se unió a sus juegos. Les enseñó a hacer figuras de papel, a contar historias y a cantar canciones. Las niñas comenzaron a disfrutar de su compañía. Sin embargo, aún había momentos en los que sospechaban que Lila no encajaba del todo.
Un día, mientras organizaban una competencia de dibujar, Clara hizo un comentario hiriente:
"No sé por qué no te has pintado la cara como nosotras. Seguramente lo harías mejor."
Lila, un poco confundida, respondió:
"Pero a mí me gusta ser como soy. A veces creo que la belleza está en lo que llevamos en el corazón, no en la cara."
Las niñas se quedaron calladas. Era la primera vez que alguien les decía algo así. Sin embargo, los comentarios negativos seguían persistiendo.
A partir de ese día, Lila decidió que era momento de demostrarles que se puede ser especial de muchas maneras. Organizó un festival de talentos en el parque.
"Venid, inviten a todos! Va a ser un espectáculo lleno de música y arte. Todos podemos mostrar lo que hacemos!" - dijo Lila emocionada.
Las niñas accedieron, intrigadas. Y para su sorpresa, Lila destacó con su habilidad para contar cuentos. Ella hacía que sus historias cobren vida, que todos los que la rodeaban se riieran y se emocionaran. Al finalizar, había ganado el aplauso de todos los presentes.
Clara, que antes había sido cruel, se acercó a Lila después de la presentación:
"Lila, no sabía que eras tan buena contando historias. Estuvo increíble lo que hiciste."
Lila sonrió.
"Gracias, Clara. Me alegra que te haya gustado. Cada uno tiene algo especial que ofrecer."
En ese momento, las otras niñas comenzaron a ver a Lila de manera diferente. No importaba cómo se veía, lo que realmente importaba era lo que tenía dentro.
Poco a poco, el resto del grupo se fue uniendo a Lila, aprendiendo que, a pesar de sus diferencias, cada uno era especial a su manera. El día del festival, no solo fue un éxito, sino que también unió a toda la comunidad. Todos se dieron cuenta de que la verdadera belleza reside en el corazón y en las acciones generosas.
Desde entonces, en el pueblo de Arcoíris, nunca se olvidaron de Lila y su gran lección. Siempre recordaron que la belleza es solo una parte de lo que somos y que hay un mundo de bondad por descubrir dentro de cada uno.
Y así, el fin de la tormenta trajo consigo un bello arcoíris, símbolo de la verdadera amistad, donde cada color representaba la diversidad y la aceptación de todos, sin importar su apariencia.
Fin.
FIN.