El fin de semana con Peluche, la mascota del curso


Había una vez en una escuela muy especial, donde cada viernes un alumno tenía la suerte de llevarse a casa a Peluche, la simpática mascota del curso. Todos esperaban ansiosos su turno, y esta semana le tocaba a Martín.

Martín era un niño curioso y amante de la naturaleza, así que no veía la hora de pasar tiempo con Peluche. Al llegar a casa, Martín preparó todo para recibir a su invitado especial.

-¡Vamos Peluche, tenemos muchas aventuras por vivir este fin de semana! -dijo Martín con entusiasmo. Comenzaron su día plantando flores en el jardín, Peluche ayudaba como podía, pero sus patas de felpa no eran muy útiles. Martín se rió con ganas.

-Tranquilo Peluche, lo importante es pasarlo bien juntos. Luego, se pusieron manos a la obra para construir un refugio para los pájaros del vecindario. Martín explicaba cada paso a Peluche, y juntos lograron armar un precioso refugio.

Al atardecer, fueron al parque a alimentar a los patos y disfrutar del aire libre. De regreso a casa, Peluche parecía un poco triste. -¿Qué te pasa, Peluche? -preguntó Martín preocupado.

-Es que mañana es mi cumpleaños y nunca lo festejé con nadie -respondió Peluche con un hilo de voz. Martín se sorprendió, no sabía que Peluche podía sentirse solo. Decidido a hacer de este el mejor cumpleaños posible, Martín preparó una fiesta sorpresa. Invitó a todos sus amigos del barrio y juntos organizaron una celebración inolvidable para Peluche.

La alegría de Peluche fue indescriptible, se sentía querido y especial. A partir de ese día, Peluche nunca más se sintió solo, siempre tuvo a Martín y a sus amigos a su lado.

El lunes, Peluche regresó a la escuela siendo la mascota más feliz y querida. Martín había aprendido una gran lección: la importancia de la amistad y la empatía. Nunca más dejaría de incluir a Peluche en todas las actividades del curso.

Y así, juntos vivieron muchas más aventuras, siempre unidos por el lazo indestructible de la amistad.

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