El Frutal Fantástico



En un pequeño pueblo llamado Frutópolis, donde los árboles estaban llenos de frutas de todo tipo, vivía una niña llamada Frida. Frida era conocida por su gran curiosidad y su amor por explorar. Ella tenía un mejor amigo llamado Frodo, un sapo muy divertido que siempre la acompañaba en sus aventuras.

Un día, mientras exploraban el bosque, Frida y Frodo encontraron un árbol muy especial, el Frutal Fantástico. Este árbol tenía frutos mágicos que podían hacer realidad deseos. Frida, emocionada, exclamó:

- ¡Mirá, Frodo! ¡Ese árbol tiene frutas que brillan como estrellas!

Frodo, con su voz profunda, respondió:

- Sí, Frida, ¡nunca había visto algo así! Pero debemos tener cuidado. Los deseos pueden ser peligrosos si no los usamos bien.

Frida asintió, pero su emoción pudo más. Decidió probar el poder del árbol y dijo:

- ¡Deseo tener toda la fruta del mundo!

De repente, un fuerte viento sopló y el árbol dejó caer una lluvia de frutas. Al principio, todo parecía perfecto, pero pronto se desató un gran lío. Las frutas empezaron a crecer descontroladamente, cubriendo el suelo y los caminos.

- ¡Ay, no! Esto es un desastre, Frida. ¡Mira cuánto desorden! -exclamó Frodo, tratando de saltar sobre una papaya gigante.

- Tienes razón, Frodo. No pensé en las consecuencias. Vamos a arreglar esto. -respondió Frida preocupada

Juntos, comenzaron a recoger las frutas y a ponerlas en cestas. Pero cada vez que recogían una, aparecían más y más.

- ¿Qué haremos? -preguntó Frodo, un poco asustado.

- Tal vez, si juntos deseamos que el árbol vuelva a ser como antes, funcionará. -sugirió Frida.

Así que Frida y Frodo se pusieron de acuerdo y, con todas sus fuerzas, gritaron:

- ¡Queremos que el Frutal Fantástico vuelva a ser el mismo de antes!

De repente, el viento comenzó a soplar suave y las frutas desaparecieron poco a poco. El árbol, una vez más, se volvió un lugar hermoso y tranquilo.

- ¡Lo logramos, Frodo! -gritó Frida con alegría.

- Claro que sí, Frida. Ahora sabemos que debemos tener cuidado con nuestros deseos. -dijo Frodo, orgulloso.

Desde aquel día, Frida aprendió que no todos los deseos son buenos, y siempre hay que pensar en las consecuencias. Y, aunque el Frutal Fantástico seguía ahí, ella decidió que solo lo visitarían de vez en cuando, solo para disfrutar de su belleza y nunca más para hacer deseos sin pensar.

Y así, Frida y Frodo continuaron sus aventuras, siempre aprendiendo y disfrutando del maravilloso mundo que los rodeaba.

Fin.

FIN.

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