El fruto mágico
Había una vez en el tranquilo pueblo de Dulceville, un grupo de amigos muy especiales: Tomás, Valentina y Sofía. Ellos vivían aventuras increíbles todos los días y siempre estaban dispuestos a ayudarse mutuamente.
Un día soleado, mientras exploraban el bosque detrás de sus casas, encontraron un extraño fruto brillante y colorido que nunca habían visto antes. Era redondo como una pelota y su piel era suave como la seda.
No podían resistirse a probarlo, así que decidieron llevarlo a casa. Al llegar a sus hogares, los amigos se reunieron en la cocina de Tomás para examinar más de cerca ese misterioso fruto. Lo llamaron "Jelly jam" debido a su apariencia gelatinosa y dulce aroma.
"¡Qué emoción! Nunca hemos probado algo tan especial", exclamó Valentina con entusiasmo. "Sí, pero primero debemos asegurarnos de que sea seguro comerlo", dijo Sofía preocupada por cualquier posible peligro.
Decidieron investigar en libros antiguos sobre frutas exóticas hasta altas horas de la noche. Descubrieron algo sorprendente: Jelly jam era conocido por otorgar poderes mágicos a quienes lo comieran. Pero también descubrieron que solo se podía obtener uno cada 100 años. Los niños sabían que no podían desperdiciar esta oportunidad única.
Así que al día siguiente tomaron una decisión importante: compartirían el Jelly jam entre los tres para que ninguno se quedara sin probarlo. Cuidadosamente cortaron el Jelly jam en tres partes iguales y cada uno tomó su pedazo.
Inmediatamente, sintieron una energía cálida y brillante recorrer sus cuerpos. Se dieron cuenta de que habían adquirido poderes especiales: Tomás podía volar, Valentina tenía la capacidad de hacerse invisible y Sofía era capaz de hablar con los animales.
Con sus nuevos poderes, los amigos comenzaron a ayudar a las personas del pueblo.
Tomás volaba por el cielo para rescatar gatos atrapados en árboles, Valentina se hacía invisible para proteger a los niños del bullying en la escuela y Sofía utilizaba su habilidad para comunicarse con los animales y resolver problemas en el bosque. Sin embargo, pronto descubrieron que no todos estaban contentos con sus acciones heroicas.
Un grupo de villanos llamado "Los Malvados" estaba celoso de los poderes mágicos de nuestros amigos y planeaban robarles el Jelly jam para obtenerlos ellos mismos. "¡No podemos permitir que Los Malvados se salgan con la suya!", exclamó Valentina decidida.
"Tienes razón, debemos proteger nuestro secreto", agregó Tomás mientras volaba alrededor preocupado. Decididos a mantener seguros sus poderes mágicos, nuestros valientes amigos crearon un plan ingenioso. Tomás utilizaría su vuelo para esconder el Jelly jam en lo más alto del árbol más grande del bosque.
Mientras tanto, Valentina echaría humo invisible alrededor del fruto para confundir a Los Malvados y Sofía convocaría a todos los animales del bosque como refuerzo. Cuando Los Malvados llegaron al lugar donde esperaban encontrar el Jelly jam, se encontraron con una gran sorpresa.
No solo no podían verlo, sino que también estaban rodeados por una multitud de animales dispuestos a proteger a nuestros amigos. "¡Maldición! ¡Nos han engañado!", gritó el líder de Los Malvados frustrado.
"¡No importa! Volveremos y nos aseguraremos de obtener esos poderes", respondió otro villano mientras escapaban derrotados. Los amigos celebraron su victoria y prometieron seguir utilizando sus poderes para ayudar a los demás y hacer del mundo un lugar mejor.
Desde ese día, Tomás, Valentina y Sofía se convirtieron en verdaderos héroes en Dulceville. Aprendieron que la amistad, la generosidad y el trabajo en equipo son más valiosos que cualquier poder mágico.
Y así termina nuestra historia sobre Jelly jam, un fruto mágico que enseñó a estos tres amigos importantes lecciones sobre la amistad y la importancia de utilizar nuestros talentos para hacer el bien.
FIN.