El futuro que veo



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Soñolandia, una niña curiosa llamada Lila. Lila tenía un don especial: podía imaginar su futuro. Cada noche, al cerrar los ojos, viajaba a mundos llenos de colores, aventuras y amigos. Pero había una cosa que la inquietaba: no siempre los futuros que veía eran alegres.

Una tarde, mientras paseaba por el parque, se encontró con su amiga Tini, una tortuga sabio y amante de las historias.

"Hola, Lila, ¿qué te preocupa?" - preguntó Tini al notar la expresión de la niña.

"Hoy vi un futuro donde el río de nuestro pueblo estaba seco y las plantas marchitas. No sé qué hacer para evitarlo" - respondió Lila, un poco asustada.

Tini sonrió suavemente, mientras movía su cabeza de un lado a otro.

"A veces, ver un futuro así nos da la oportunidad de cambiarlo. ¿Por qué no buscamos a los otros animales del parque para pensar en cómo cuidar nuestro río?" - sugirió.

"¡Es una excelente idea! Empecemos a buscar" - dijo Lila, sintiéndose un poco más esperanzada.

Juntas, Lila y Tini caminaron por el parque y encontraron a sus amigos: un pájaro cantor, un conejo ágil y un zorro curioso. Les contaron sobre el futuro que había visto Lila.

"Puede que no sea un futuro escrito en piedra, pero sí podemos hacer algo para cambiarlo. ¡Yo propongo organizar una gran limpieza del río!" - exclamó el pájaro.

"Y también podemos plantar más árboles y flores a su alrededor" - agregó el conejo.

El zorro, que siempre tenía ideas traviesas, dijo:

"Y si hacemos una fiesta al aire libre después de la limpieza, será más divertido trabajar juntos. ¡Así todos querrán venir!"

Lila se sintió emocionada. Con el apoyo de sus amigos, comenzaron a planear la gran limpieza y la fiesta. Al día siguiente, usaron carteles para invitar a todos los animales del pueblo a participar y a llevar materiales para limpiar el río.

El día de la limpieza llegó, y el parque estaba lleno de animales. Todos trabajaron juntos recogiendo basura, plantando árboles y flores. Lila y Tini organizaban juegos para que la tarea fuera más amena.

A medida que el sol se ponía, brilló un sentimiento de alegría y unidad en el aire. Todos estaban cansados pero felices. Lila miró el río ahora limpio y lleno de vida.

"¡Miren! ¡El río ya no está seco!" - exclamó.

El pájaro cantor, que había estado volando sobre el agua, aterrizó junto a ella.

"Lo que hacemos juntos importa. Cada pequeño gesto cuenta para cambiar el futuro" - dijo.

Fue así como, al día siguiente, Lila vio un nuevo futuro: el río lleno de agua cristalina, los árboles verdes y mucho más color en el parque. Ella sonrió, entendiendo que lo que había imaginado era solo una posibilidad, pero que con la ayuda de sus amigos, podía convertirse en algo bonito.

A partir de ese momento, Lila decidió que cada noche, en vez de asustarse por lo que podía vislumbrar en su futuro, usaría su don para inspirar a otros a trabajar juntos por un mundo mejor.

Y así, todos en Soñolandia aprendieron que el futuro no está escrito, y que cada acción cuenta para dibujar un mañana más brillante. Y siempre recordaron que un futuro soñado puede hacerse realidad si cada uno pone un poco de su parte.

FIN.

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