El gallito de las rocas y el valor de la autenticidad



Había una vez en lo más profundo de la selva de los Andes, un gallito de las rocas llamado Pepito. Este gallito era famoso por su llamativo plumaje naranja y su hermosa cresta roja, que lo hacían destacar entre los demás animales de la selva. Sin embargo, Pepito siempre se sentía incómodo con su aspecto y deseaba ser como los demás pájaros comunes.

Un día, Pepito decidió emprender un viaje para buscar una solución a su problema. En su camino, se encontró con una sabia lechuza que lo detuvo y le dijo: "Pequeño Pepito, ¿por qué llevas esa tristeza en tus ojos? Tu belleza exterior no define tu verdadero valor".

Pepito se sorprendió al escuchar las palabras de la lechuza, pero decidió seguir su camino. En su travesía, se encontró con un grupo de pájaros comunes que se burlaban de su apariencia. Afligido, Pepito buscó refugio en una cueva, donde conoció a un antiguo zorro que le contó una historia sobre la importancia de la autenticidad y la aceptación de uno mismo.

Con el corazón aligerado, Pepito regresó a su hogar en la selva. Decidido a aceptarse a sí mismo, el gallito de las rocas comenzó a bailar y cantar con orgullo, mostrando su brillante plumaje y su hermosa cresta. Los demás animales quedaron maravillados por su actuación y pronto se unieron a él, celebrando la autenticidad y la diversidad.

Desde ese día, Pepito comprendió que su verdadero valor no residía en tratar de ser como los demás, sino en aceptarse a sí mismo tal como era. A partir de entonces, el gallito de las rocas se convirtió en un símbolo de autenticidad y valor en la selva de los Andes, inspirando a todos los animales a abrazar su singularidad y a ser fieles a sí mismos.

Moraleja: La verdadera belleza radica en la autenticidad y la aceptación de uno mismo. No necesitas ser como los demás para ser valioso, tu singularidad es lo que te hace especial.

FIN.

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