El gallito de las rocas y su lección de humildad




Había una vez en lo más profundo de la selva peruana, un gallito de las rocas llamado Roco. Roco era el más hermoso y colorido de toda la selva, con su plumaje naranja brillante y su corona roja como el fuego. Pero Roco no solo era el más hermoso, sino que también se consideraba el más talentoso y especial. Pasaba sus días pavoneándose frente a los demás animales, alardeando de su belleza y cantando a todo pulmón para que todos lo admiraran.

Un día, mientras Roco alardeaba de su plumaje ante una familia de monos aulladores, una suave voz lo interrumpió. Era la humilde mariposa Manuela, que con sus delicadas alas multicolores revoloteaba cerca de Roco. "Disculpa, Roco, pero ¿no crees que estás siendo un poco engreído?", preguntó la mariposa. Roco, molesto, la apartó con su ala y le respondió con desdén: "Tú no entiendes, Manuela. Yo soy el más hermoso y talentoso de la selva, y todos deberían admirarme".

A pesar de los consejos de Manuela y las críticas de los demás animales, Roco seguía siendo arrogante y desagradable con todos. Un día, cansados de su actitud, los demás animales de la selva decidieron enseñarle una lección a Roco. El jaguar, la taruca, el oso de anteojos y hasta la humilde mariposa Manuela se pusieron de acuerdo para urdir un plan.

Una mañana, mientras Roco se pavoneaba como de costumbre, los animales reunieron todas las frutas, flores y hojas más coloridas que pudieron encontrar. Crearon un arcoíris de colores en medio de la selva y llamaron a Roco para mostrarle su "nueva adoración". Roco, lisonjeado y sintiéndose importante, se acercó curioso a la sorpresa. Pero cuando llegó, los demás animales se rieron a carcajadas y le mostraron el espejo de agua cristalina donde se reflejaba. La sorpresa de Roco fue mayúscula al ver que su plumaje no era tan hermoso como siempre había creído. En ese momento, sintió vergüenza y tristeza por haber sido tan desagradable con los demás.

Devastado por la revelación y el ridículo, Roco se alejó avergonzado. Se refugió en lo más profundo de la selva, reflexionando sobre su actitud. Fue en ese momento que recordó las palabras de Manuela y se dio cuenta de que la verdadera belleza no radicaba solo en el aspecto exterior, sino en ser amable, humilde y generoso con los demás. Decidió cambiar su actitud y empezar a mostrar amabilidad y respeto hacia todos los habitantes de la selva.

Con el paso del tiempo, Roco se convirtió en un gallito de las rocas diferente. Ya no se pavoneaba ni alardeaba de su belleza, sino que compartía su conocimiento y ayudaba a los demás animales. La selva, poco a poco, empezó a admirar a Roco por su bondad y generosidad, convirtiéndose así en un líder respetado y querido por todos.

Moraleja: La verdadera belleza reside en la humildad, la amabilidad y la generosidad hacia los demás. No importa cuán hermoso o talentoso puedas ser, siempre será más valioso ser una persona amable y humilde.

FIN.

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