El Gallo Blanco y la Vecina
Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un niño llamado Luca que tenía un gallo blanco llamado Blanquito. Blanquito era un gallo muy especial, siempre cantando al amanecer y correteando por el patio de Luca. A Luca le encantaba jugar con él y juntos pasaban horas explorando las plantas y flores del jardín.
Un día, mientras Luca estaba en la escuela, Blanquito decidió pasear por el vecindario. En su camino, llegó al jardín de la señora Mirta, su vecina de al lado, quien tenía un cultivo de culantro que siempre estaba lleno de hermosas semillas verdes.
Cuando Luca volvió a casa esa tarde, notó que Blanquito no estaba en su lugar habitual. Buscó por todo el jardín, pero no había rastro del gallo.
"¿Dónde estará Blanquito?", se preguntó preocupado.
Miró hacia el jardín de la señora Mirta y, para su sorpresa, la vio con un plato en la mano.
"Hola, señora Mirta, ¿ha visto a Blanquito?"
"Oh, Luca...", respondió la señora Mirta con una sonrisa, "lo vi correteando por aquí, pero creo que se ha comido algunas de mis semillas de culantro."
Luca se horrorizó.
"¿Pero se comió muchas? ¿Es por eso que no lo veo?"
"No te preocupes, no me queda más remedio que... ¡comérmelo!" dijo Mirta, aun riendo.
"¡No! No se lo puede comer! Blanquito es mi amigo!" gritó Luca, pero la señora Mirta sólo jugueteaba, no tenía planeado comerlo de verdad.
Sin embargo, en ese momento, algo hizo clic en la cabeza de Luca. Si Blanquito había estado comiendo las semillas del culantro, tal vez había otra solución.
"Señora Mirta, ¿y si hacemos un trato? Le prometo que Blanquito no volverá a cometer travesuras si usted me ayuda a cuidar su cultivo. Puedo regar las plantas, y en vez de un gallo, podemos trabajar juntos," propuso.
La señora Mirta lo miró con curiosidad.
"Mmm... suena interesante, pero ¿tendrás tiempo?"
"Sí, todos los días después de la escuela!" aseguró Luca.
Entonces, ambos hicieron un trato. Desde ese día, Luca se convirtió en el cuidador del culantro de la señora Mirta. Regaba las plantas, cuidaba de ellas y ayudaba a recolectar las semillas. Con el tiempo, la señora Mirta le enseñó a Luca más sobre jardinería, y juntos comenzaron a cultivar no solo culantro, sino también otros vegetales y hierbas.
Luca se dio cuenta de que, al trabajar juntos, no solo estaba protegiendo a su gallo, sino también aprendiendo sobre la importancia de la colaboración, la amistad y el respeto por la naturaleza. Blanquito, por su parte, seguía correteando felizmente por el jardín, sabiendo que ambas partes estaban contentas.
Y así, la historia de Luca y la señora Mirta se convirtió en la más bonita de la cuadra. Todos los niños del barrio venían a visitar el jardín, y Luca disfrutaba de compartir sus conocimientos sobre el cultivo y el cuidado de las plantas.
Desde ese día, el gallo Blanco no solo simbolizaba la amistad entre Luca y la señora Mirta, sino también cómo con creatividad y diálogo se pueden solucionar los problemas.
"Un gallo no se come, se cuida y se juega con él!" decía Luca a sus amigos. Y todos se reían, comprendiendo la lección más valiosa de todas: la verdadera amistad se cultiva con amor y respeto.
FIN.