El gallo de la catedral



Había una vez en la hermosa ciudad de Quito, Ecuador, en el torreón de la catedral, se encontraba la figura de un gigantesco gallo tallado en madera. Este gallo era conocido por todos los ciudadanos y visitantes, ya que se decía que tenía poderes mágicos. La leyenda contaba que si un niño lograba llegar hasta lo alto del torreón, tocar la figura del gallo y hacer un deseo con todo su corazón, este se cumpliría.

Un día, un niño llamado Mateo escuchó la leyenda del gallo de la catedral y decidió que haría cualquier cosa por cumplir su deseo: encontrar a su perro perdido, Lucas. Mateo, a pesar de su miedo a las alturas, estaba decidido a subir hasta el torreón. Con valentía y determinación, comenzó a escalar por las estrechas escaleras de la catedral. El camino era difícil y el vértigo lo invadía, pero el recuerdo de su querido Lucas lo impulsaba a seguir adelante.

Finalmente, después de enfrentar sus miedos, Mateo llegó al torreón. Allí, frente a la imponente figura de madera del gallo, cerró los ojos, juntó sus manos y deseó con todas sus fuerzas que Lucas regresara a casa sano y salvo. Al momento de abrir los ojos, una luz cegadora lo envolvió. Cuando la luz se desvaneció, Mateo se encontraba de regreso en la plaza de la catedral, y para su asombro, Lucas estaba allí esperándolo, saltando de alegría. El deseo se había cumplido.

Desde ese día, Mateo entendió que la valentía, la determinación y la fe en sus deseos podían hacer milagros. La leyenda del gallo de la catedral se convirtió en una historia de inspiración para muchos niños de la ciudad, recordándoles que nunca debían rendirse y que sus sueños podían hacerse realidad si creían en ellos con todo su corazón.

FIN.

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