El gallo generoso


Había una vez en un granja en el campo, un gallo muy presumido llamado Federico. Federico era el gallo más hermoso de toda la granja, con plumas brillantes y un canto que despertaba a todos los animales cada mañana.

Pero lo que no le gustaba a nadie de Federico era que siempre estaba presumiendo de sus plumas y cantando fuerte para llamar la atención sobre sí mismo.

Además, había algo que lo hacía aún más antipático: ¡no compartía nada con los demás animales! Un día, mientras paseaba por la granja pavoneándose como siempre, vio a una gallina llamada Marta intentando alcanzar unas deliciosas semillas en lo alto de un árbol.

Marta no podía volar y estaba luchando por conseguir su comida. Federico se acercó lentamente, sin apartar la mirada de las plumas perfectas en su cola. "-¿Necesitas ayuda, Marta?", preguntó con desgana. Marta levantó la vista y asintió con timidez. "-Sí, Federico.

No puedo llegar a esas semillas tan altas. "Federico suspiró y pensó para sí mismo que ayudar a Marta no le haría daño alguno.

Con un salto ágil, llegó al árbol y picoteó las semillas hasta hacerlas caer al suelo para que Marta pudiera comer. Marta le dio las gracias emocionada. "-¡Muchísimas gracias, Federico! Eres muy amable. "Federico se sintió extrañamente bien al escuchar esas palabras sinceras de agradecimiento.

Por primera vez en mucho tiempo, no pensaba en sí mismo ni en sus plumas perfectas. Los días pasaron y Federico comenzó a cambiar su actitud hacia los demás animales de la granja.

Empezó a compartir su comida con los pollitos hambrientos, a jugar con los conejos traviesos e incluso a prestar atención cuando los patos contaban historias sobre sus viajes por el río.

Un día, mientras caminaba por la granja junto a Marta, vio cómo un zorro astuto se acercaba sigilosamente hacia el corral donde estaban las gallinas cluecas. Sin dudarlo ni un segundo, Federico corrió hacia ellas cacareando fuerte para alertarlas del peligro. Las gallinas alarmadas salieron corriendo del corral antes de que el zorro pudiera hacerles daño.

Todos los animales de la granja se reunieron alrededor de Federico para felicitarlo por su valentía y generosidad. Desde ese día en adelante, Federico dejó atrás su actitud presumida y egoísta para convertirse en un gallo amable y solidario con todos los habitantes de la granja.

Y colorín colorado este cuento ha terminado demostrando que ser generoso y pensar en los demás es mucho más importante que cualquier pluma brillante o canto melodioso.

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