El Gallo Pataruco y la Lección del Gallo Viejo
Érase una vez en el barrio de la Granja Feliz, vivía un gallo pinto llamado Pataruco. Se creía el más valiente y poderoso de todos, y siempre se burlaba de los demás animales de la granja. -¡Pataruco les dije y patarucos se quedaron! -gritaba con voz altanera, despreciando a los demás.
Un día, un gallo viejo llamado Don Cacique llegó a la granja. Era un gallo sabio y respetado en todos los rincones del campo. Don Cacique observó la actitud prepotente de Pataruco y decidió darle una lección. -¿Quién se cree este viejo para enseñarme algo? -pensó Pataruco con desdén.
El 28 de julio, durante las festividades de la granja, se organizó una competencia de canto entre todos los gallos. Pataruco no perdió la oportunidad de alardear y se burló de Don Cacique, desafiándolo a competir. -¿Crees que puedes cantar mejor que yo, viejo? ¡No te humilles más!
Pataruco cantó con fuerza y arrogancia, esperando que todos lo elogiaran. Sin embargo, cuando llegó el turno de Don Cacique, algo extraordinario sucedió. Su canto era melodioso, lleno de experiencia y sabiduría. Al escucharlo, todos los animales se quedaron maravillados, incluyendo Pataruco, que se sintió humillado y avergonzado.
Después de la competencia, Don Cacique se acercó a Pataruco. -Nunca subestimes a los demás, Pataruco. El canto de un gallo no se mide por su fuerza, sino por la pasión y la humildad con la que se expresa -le dijo con amabilidad.
Pataruco reflexionó sobre sus acciones y comprendió la lección. A partir de ese día, cambió su actitud, aprendiendo a respetar a los demás y a valorar las habilidades de cada animal en la granja. Nunca volvió a burlarse de nadie, convirtiéndose en un gallo más amable y considerado. Su transformación inspiró a todos los animales de la granja, quienes aprendieron que la verdadera grandeza no está en menospreciar a los demás, sino en aprender a convivir en armonía y respeto.
FIN.