El Gallo que Quería Ser Pavo Real



Había una vez un gallo llamado Rogelio que vivía en una granja. Rogelio era un gallo común, de plumas rojas y un canto fuerte. Sin embargo, había algo que siempre anhelaba: ser tan hermoso como el pavo real que vivía en el bosque cercano. El pavo real, llamado Pablo, era famoso por su magnífico plumaje colorido y su elegante manera de moverse. Cada vez que Rogelio veía a Pablo abrir sus plumas, soñaba con lucir igual de espectacular.

Un día, Rogelio decidió que quería ser un pavo real. Así que, salió de la granja en busca de un sabio que pudiera ayudarlo. Después de caminar mucho, llegó a un claro en el bosque donde encontró a un anciano búho llamado Don Sabio.

"¡Hola, Don Sabio!" - saludó Rogelio emocionado. "Quiero convertirme en un pavo real, ¿puedes ayudarme?"

"Hmm, querido Rogelio. Para convertirte en pavo real, debes imitar lo que hace Pablo. Tendrás que bailar, mostrar tus plumas y cantar de una forma que atraiga la atención de todos" - respondió Don Sabio con seriedad.

Rogelio se sintió un poco inseguro, pero estaba decidido a intentarlo. Regresó a la granja y comenzó a practicar. Cada mañana se despertaba antes de que el sol saliera y trataba de imitar los movimientos elegantes de Pablo. Se paraba sobre una piedra alta y comenzaba a girar, moviendo sus alas como si fueran plumas de colores.

Los otros animales de la granja se reían de él.

"Mirá al gallo, intentando bailar como un pavo real. ¡Es ridículo!" - decía la vaca, mientras sus amigos se partían de risa.

"No seas tonto, Rogelio. Nunca podrás ser como Pablo" - se burlaba la gallina.

Pero Rogelio no se dejó desanimar. Continuó practicando, cada día un poco más. Se sintió cada vez más seguro de sí mismo, aunque el camino era difícil. A veces se caía, a veces sus movimientos no salían como esperaba, pero él nunca se rindió.

Un día, mientras ensayaba en el campo, vio que Pablo estaba cerca, mostrándose ante un grupo de animales del bosque. Rogelio decidió que era el momento de probar todo lo que había aprendido. Se subió a una roca grande y empezó a mostrar sus plumas con gracia.

"¡Miren, miren!" - gritó Rogelio interesando a los otros animales.

Los animales del bosque se sorprendieron al ver al gallo bailar.

"¡Increíble!" - exclamó una ardilla. "¡Esa es una maravillosa actuación!"

"Es un gallo, pero se mueve como un pavo real" - comentó un conejo, impresionado.

Los animales de la granja, que habían estado observando desde la distancia, quedaron boquiabiertos. Ya no se reían de Rogelio, sino que empezaron a aplaudirlo.

"¡Bravo, Rogelio! ¡Esto es impresionante!" - gritó la vaca, esta vez admirada.

"Te has convertido en un verdadero artista, gallo" - dijo la gallina, reconociendo su esfuerzo.

Rogelio sintió una gran alegría, no porque se hubiera convertido en un pavo real, sino porque había aprendido a ser él mismo y a mostrar su propio valor. Había logrado algo maravilloso: ser el gallo más bello y talentoso de la granja.

Desde ese día, Rogelio aprendió que aunque no era un pavo real, ser uno mismo y seguir nuestros sueños es lo más importante. Y aunque continuó practicando su danza y cantando, nunca olvidó que su verdadero valor venía de ser el gallo que siempre había sido.

Y así, Rogelio continuó siendo un gallo feliz en la granja, pero también un gallo que inspiraba a otros a seguir sus sueños.

FIN.

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