El gatito de Villa Gatuna
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Gatuna, un gatito blanco con manchas naranjas llamado Martino.
Martino vivía en la feria del pueblo, donde solía buscar comida entre los puestos de comida y dormir bajo las mesas de los vendedores. Un día, mientras paseaba por la feria buscando algo para comer, Martino se encontró con una señora mayor muy amable que vendía flores. La señora lo miró tiernamente y le ofreció un poco de leche.
Martino, que estaba hambriento y cansado, no dudó en acercarse a ella y aceptar su generosa oferta. La señora, cuyo nombre era Doña Rosa, sintió compasión por el pequeño gatito y decidió llevárselo a su casa.
Martino al principio estaba asustado y desconfiado, pero Doña Rosa logró ganarse su confianza con cariño y paciencia. "No te preocupes, Martino. Ahora tendrás un hogar donde estarás seguro y bien cuidado", le dijo Doña Rosa mientras lo acariciaba suavemente.
Martino comenzó a adaptarse a su nueva vida junto a Doña Rosa.
Descubrió lo que significaba tener un plato lleno de comida todos los días, una cama calentita donde dormir por las noches y mucho amor y atención por parte de su nueva mamá humana. Pero la vida de Martino daría un giro inesperado cuando un día llegaron visitas a casa de Doña Rosa. Eran unos niños traviesos del vecindario que querían jugar con el gatito blanco con manchas naranjas.
"¡Mira qué lindo es este gatito! ¿Puedo cargarlo?", preguntó uno de los niños emocionado. Doña Rosa asintió con una sonrisa y permitió que los niños jugaran con Martino.
El gatito, al principio tímido, pronto se mostró juguetón y cariñoso con los pequeños. Los niños se divirtieron tanto con él que decidieron hacerle una casita improvisada en el jardín para que pudiera jugar siempre que quisiera.
Martino había encontrado no solo una familia en Doña Rosa sino también nuevos amigos en los niños del vecindario. Juntos pasaban horas jugando, explorando el jardín e inventando historias increíbles donde Martino era el valiente protagonista.
Con el tiempo, Martino se convirtió en toda una leyenda en Villa Gatuna: el gatito blanco con manchas naranjas más valiente y querido del pueblo.
Su historia inspiraba a otros animales callejeros a confiar en las personas y buscar un hogar donde ser felices como él lo era junto a Doña Rosa y sus amigos humanos. Y así fue como Martino pasó de ser un gatito solitario en la feria a convertirse en todo un símbolo de amistad, amor y esperanza para todos aquellos que tuvieran la fortuna de cruzarse en su camino.
FIN.