El gatito Pelusa


Había una vez una niña llamada Sofía, a quien le encantaban los animales. Un día, mientras jugaba en el parque, encontró a un lindo gatito blanco y animal. Inmediatamente lo llamó Pelusa y decidió cuidarlo.

Sofía llevó a Pelusa a su casa y le hizo un lugar especial con una cálida cama y comida deliciosa. Pasaban los días y Pelusa se convirtió en el mejor amigo de Sofía. Juntos jugaban y se cuidaban mutuamente. Sin embargo, un día, Pelusa desapareció.

Sofía lo buscó por todas partes, llamándolo una y otra vez, pero el gatito no aparecía. La niña se puso muy triste y pensó que Pelusa nunca volvería. "¿Dónde estás, Pelusa?", sollozaba Sofía mientras miraba por la ventana.

En ese momento, su mamá se acercó a consolarla. "Sé que extrañas mucho a Pelusa, Sofi, pero a veces las cosas cambian", dijo su mamá con ternura.

"Pero yo lo cuidaba tanto, ¿por qué se fue?", preguntó Sofía con los ojos llenos de lágrimas. "A veces los gatitos sienten la necesidad de explorar o encontrar un nuevo hogar, pero eso no significa que no te quieran. Tal vez Pelusa esté bien en otro lugar", explicó su mamá.

Poco a poco, Sofía comenzó a entender las palabras de su mamá. Aunque extrañaba mucho a Pelusa, sabía que debía aceptar que él había tomado otro rumbo. Días más tarde, mientras caminaba por el parque, vio a un gatito en apuros.

Sin dudarlo, corrió a ayudarlo y lo llevó a su casa. "Mamá, mira a este gatito, necesitaba ayuda y ahora será mi nuevo amigo", exclamó Sofía con alegría. Así, la tristeza de Sofía se transformó en esperanza y renovada bondad.

Aunque Pelusa ya no estaba, ella sabía que su amor por los animales la llevaría a seguir cuidando y ayudando a quienes lo necesitaran. Y en el corazón de Sofía, Pelusa siempre ocuparía un lugar especial.

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