El gatito perdido



Un día soleado en la escuela, Ticiano, Lucas y Bautista se dirigieron al baño después de un largo recreo.

Al entrar, se encontraron con una sorpresa inesperada: ¡un pequeño gatito jugando en el lavabo! - ¡Miren chicos! -exclamó emocionado Ticiano-. ¡Es un gatito! - ¡Qué lindo! -dijo Lucas mientras acariciaba al minino-. Parece perdido. Bautista, que era muy observador, notó algo extraño en el collar del gato. Había una etiqueta con un número de teléfono.

- Chicos, creo que este gatito tiene dueño. Debemos llamar a ese número para devolvérselo -sugirió Bautista. Los tres amigos tomaron su decisión y buscaron un teléfono cercano. Marcaron el número y una señora amable contestó.

- Hola, ¿es usted la dueña del gato? Lo encontramos en el baño de la escuela -explicó Ticiano. La señora estaba muy agradecida por haber encontrado a su mascota perdida. Les dijo que iría a reagarrarlo lo más pronto posible.

Mientras esperaban a la dueña del gatito, los amigos decidieron nombrarlo —"Pelusa"  por su pelaje blanco y esponjoso. Pasaron unos minutos hasta que llegó una mujer mayor llamada Doña Rosa.

Tenía lágrimas en los ojos cuando vio a Pelusa sano y salvo gracias a los chicos. - Muchísimas gracias por encontrar a mi querido Pelusa. Estoy tan feliz de tenerlo de vuelta -agradeció Doña Rosa. - De nada, señora. Fue un gusto ayudar -dijo Lucas sonriendo.

Doña Rosa les ofreció una recompensa por su amabilidad, pero los amigos la rechazaron. No querían recibir nada a cambio de hacer lo correcto. - Señora, no necesitamos ninguna recompensa.

Solo estamos contentos de haber encontrado a Pelusa y devolvérselo -afirmó Bautista con sinceridad. Doña Rosa quedó impresionada por la nobleza de esos niños y decidió hacer algo especial para ellos como muestra de gratitud.

Les invitó a visitar su casa en el campo para pasar un día lleno de diversión rodeados de animales y naturaleza. Los chicos aceptaron emocionados la invitación y se comprometieron a ir al fin de semana siguiente junto con sus padres. Estaban ansiosos por vivir esa aventura inolvidable.

El día llegó, y Ticiano, Lucas y Bautista fueron recibidos calurosamente por Doña Rosa en su hermosa casa campestre. Pasaron el día alimentando animales, montando a caballo e incluso jugando con Pelusa en el enorme jardín trasero.

Al final del día, mientras disfrutaban del atardecer sentados en el césped, los chicos reflexionaron sobre lo ocurrido desde que encontraron al gatito en el baño hasta ese momento mágico en la tranquilidad del campo. - Chicos, aprendimos una gran lección hoy -dijo Ticiano-.

Hacer lo correcto siempre trae consigo cosas buenas y nos hace sentir bien con nosotros mismos. - Así es -agregó Lucas-. A veces las pequeñas acciones pueden tener un gran impacto en la vida de los demás.

- Y también aprendimos que la amabilidad y la generosidad no deben esperar recompensas -concluyó Bautista-. Ayudar a los demás simplemente porque es lo correcto, es lo más importante.

Los amigos se abrazaron felices, sabiendo que habían hecho algo bueno y que su amistad había sido fortalecida por esta maravillosa experiencia. Prometieron seguir ayudando a quienes lo necesitaran y siempre recordar el día en que encontraron al adorable Pelusa en el baño de la escuela.

FIN.

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