El Gatito Perdido en el Bosque
Había una vez un pequeño gatito llamado Tobi, que tenía la curiosidad más grande del mundo. Tobi vivía en una bonita casa junto a una niña llamada Alma. Un día, mientras jugaba en el jardín, vio una mariposa de colores brillantes que volaba hacia el bosque.
- ¡Mirá! -exclamó Tobi emocionado-. ¡Esa mariposa es hermosa!
Sin pensarlo dos veces, Tobi decidió seguir a la mariposa, saltando y corriendo, hasta que se dio cuenta de que había perdido el camino de vuelta a casa.
- ¡Alma! -gritó con miedo-, ¿Dónde estás?
Pero Alma no podía oírlo. Tobi miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en medio de un bosque denso y misterioso, con árboles altos que parecían tocar el cielo.
De pronto, se dio cuenta de que no estaba solo. Un zorro astuto llamado Zuri se acercó a él.
- ¿Qué te pasa, pequeño? -preguntó Zuri, con una sonrisa amable-.
- Estoy perdido y no encuentro el camino a casa -respondió Tobi, sus ojos grandes y asustados.
- A veces, perderse puede ser una gran aventura -dijo Zuri-. Pero hay que tener cuidado y saber cómo volver. ¿Quieres que te ayude?
Tobi asintió con la cabeza, sintiéndose un poco más aliviado. Así que Zuri guió a Tobi a través del bosque. Mientras caminaban, Tobi vio cosas maravillosas: flores brillantes, árboles con formas extrañas, y hasta un arroyo que cantaba suavemente mientras corría. Todo era fascinante, pero Tobi seguía preocupado.
- ¿Y si no encontramos el camino de regreso? -preguntó Tobi, con un nudo en la garganta.
- No te preocupes -dijo Zuri-. Solo necesitamos seguir algunos signos que nos indicarán el rumbo. La naturaleza siempre tiene forma de guiarnos.
Después de un rato, se encontraron con una tortuga sabia llamada Tomás, que estaba tomando el sol en una piedra.
- ¡Hola, amigos! ¿A dónde van? -preguntó Tomás con voz profunda.
- Tobi está perdido y necesitamos encontrar el camino de regreso a su casa -explicó Zuri.
- A veces, la solución está frente a nosotros, solo debes mirar bien -dijo Tomás, señalando una serie de hojas caídas que formaban un camino.- Si sigues esa senda, te llevará a un lugar conocido.
Con renovada esperanza, Tobi siguió el camino de hojas. Pero de repente, se escuchó un ruido sordo. Un gran río estaba delante de ellos, y el único modo de cruzarlo era saltar de piedra en piedra. Tobi vaciló.
- No puedo hacerlo, es muy grande -dijo, sintiendo miedo nuevamente.
- Claro que podés, Tobi. Si le ponés ganas, lo vas a lograr -lo animó Zuri.
Respirando hondo, Tobi dio un salto y logró aterrizar en la primera piedra. Luego, otro salto, y la siguiente. Con cada salto, se sentía más fuerte y seguro. Finalmente, aterrizó en la orilla opuesta, con una gran sonrisa.
- ¡Lo logré! -gritó alegremente.
- ¡Sabía que podías hacerlo! -exclamó Zuri.
Continuaron su viaje, y después de mucho andar, llegaron a un claro lleno de flores. Allí, pudo ver a Alma buscando con desesperación.
- ¡Almaa! -gritó Tobi, corriendo hacia ella.
- ¡Tobi! -respondió Alma, con lágrimas de felicidad. -¡Te estaba buscando!
Tobi se lanzó a sus brazos, sintiéndose aliviado y amado.
- Gracias, Zuri y Tomás. No hubiera podido volver sin ustedes -dijo Tobi, mirando a sus nuevos amigos.
- Siempre que necesites ayuda, acuérdate de que nunca estás solo -dijo Tomás sonriendo.
Desde ese día, Tobi aprendió que aunque la curiosidad puede llevarnos a aventuras inesperadas, siempre es importante conocer el camino de regreso. Y que la amistad y la colaboración pueden ayudar a superar cualquier desafío. Nunca olvidó los valiosos consejos de sus amigos del bosque, y siempre estaba listo para nuevas aventuras, pero con un ojo atento al hogar.
Y así, Tobi, el gatito curioso, regresó a casa, su corazón lleno de gratitud y amor.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.