El gatito Simón y la amistad solidaria



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos verdes, un gatito llamado Simón. Simón era muy juguetón y curioso, pero un día mientras exploraba el bosque, se lastimó una patita.

El pobre gatito estaba asustado y triste porque no podía caminar bien. Simón buscó ayuda por todas partes, pero nadie parecía notarlo o preocuparse por él.

Hasta que un día, mientras se refugiaba bajo un árbol llorando de dolor, apareció Tomás, el gato más amable y generoso del vecindario. Tomás era un gato callejero que había encontrado una familia amorosa que lo acogió en su hogar. Tenía una mamá humana llamada Marta y dos niños traviesos: Lucas y Sofía.

Tomás sabía cómo era sentirse solo y abandonado, así que decidió ayudar a Simón. Cuando Tomás encontró a Simón bajo el árbol, se acercó lentamente y le dijo con ternura: "¡Hola! Me llamo Tomás ¿Cómo te llamas?".

El pequeño gatito levantó la mirada sorprendido y respondió tímidamente: "Soy Simón". Tomás se dio cuenta de inmediato de la patita herida de Simón y le dijo con dulzura: "No te preocupes, Simón.

Mi familia me cuida muy bien ¡Ven conmigo a mi casa! Te ayudaremos a sanar tu patita". Sin dudarlo ni un segundo, Simón siguió a Tomás hasta llegar al hogar de Marta.

Al entrar en la casa cálida y acogedora, Simón se sintió seguro y protegido por primera vez en mucho tiempo. Marta, Lucas y Sofía recibieron a Simón con los brazos abiertos. Marta curó su patita herida y le dio un delicioso plato de comida para que recuperara sus fuerzas.

Los niños jugaron con él durante horas, haciéndolo sentir parte de la familia. Simón estaba tan feliz que decidió quedarse en su nuevo hogar junto a Tomás y su nueva familia.

Aprendió muchas cosas interesantes como usar el arenero, recibir caricias y dormir en una camita calentita. Pero un día, mientras exploraban juntos el jardín trasero, escucharon un débil maullido proveniente de unos arbustos cercanos. Se acercaron sigilosamente y descubrieron a otro gatito abandonado llamado Luna. Luna tenía miedo y también estaba herida.

Tomás recordó cómo lo habían ayudado cuando él estaba solo, así que decidió hacer lo mismo por Luna. Tomás llevó a Luna hasta Marta y ella cuidó de sus heridas al igual que había hecho con Simón.

Lucas y Sofía estaban emocionados porque ahora tenían dos nuevos amigos felinos para jugar. Con el amoroso cuidado de la familia de Marta, tanto Simón como Luna sanaron rápidamente. Juntos formaron una hermosa amistad llena de juegos divertidos y travesuras inolvidables.

Desde ese día, Simón siempre agradeció a Tomás por haberlo rescatado del bosque y le prometió ayudar a otros gatitos abandonados para darles una segunda oportunidad en la vida.

Y así, la familia de Marta se convirtió en un hogar lleno de amor y compasión hacia los animales. Todos aprendieron la importancia de cuidar a aquellos que están en necesidad y cómo una simple acción puede marcar la diferencia en la vida de alguien.

Y colorín colorado, esta historia llena de amor y amistad ha terminado.

FIN.

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