El Gatito Triste y la Humana Feliz
Una vez en un pequeño pueblo, había un gatito llamado Nube que siempre parecía estar triste. Su pelaje era suave como el algodón, pero sus ojos desbordaban una melancolía que preocupaba a todos. A Nube le gustaba pasar sus días en un rincón del parque, mirando cómo otros gatos jugaban y se divertían.
Un día, una niña llamada Lila, conocida por su risa contagiosa y su energía inagotable, decidió acercarse a Nube. Siempre había sentido que el gatito necesitaba un amigo.
"Hola, gatito. ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Lila, arrodillándose junto a él.
Nube la miró y soltó un profundo suspiro.
"Me siento solo. Todos parecen divertirse, y yo... no sé cómo hacer amigos" - respondió con un leve maullido.
Lila sonrió y dijo:
"No te preocupes, yo te ayudaré. Podemos jugar juntos y, así, tal vez encuentres otros amigos".
Nube, un poco escéptico, decidió darle una oportunidad. Lila sacó una colorida pelota de lana de su mochila.
"¡Mirá! ¡Vamos a jugar a pasarnos la pelota!" - exclamó ella.
Al principio, Nube era tímido y no se movía mucho. Pero la alegría de Lila era contagiosa, y pronto comenzó a corretear detrás de la pelota. Después de un rato, se dio cuenta de que sus preocupaciones se desvanecían con cada risa y salto que daba.
"¡Mirá como corro!" - dijo Nube, mientras atrapaba la pelota con sus patitas.
"¡Eso es! ¡Sos un gran jugador!" - animó Lila, aplaudiendo.
Poco a poco, otros gatos del parque se sintieron atraídos por el bullicio y comenzaron a acercarse. Al notar que el gatito triste estaba jugando, se unieron a la partida.
"¡Hola! ¡Puedo jugar también!" - dijo un gato atigrado llamado Rayas.
Nube, al principio dudaba de sí mismo, pero Lila le sonrió y le dijo:
"¡Claro! ¡Cuantos más, mejor!" - y así, la diversión se amplió.
Mientras jugaban, Nube comenzó a reír y a sentirse más ligero. Se dio cuenta de que no estaba solo; tenía nuevos amigos que lo apoyaban.
Un día, mientras todos jugaban, se desató una fuerte tormenta. Los gatos y Lila necesitaron refugio, y Nube, al verlos asustados, recordó lo importante que era ser valiente por sus amigos.
"¡Vamos a buscar un lugar seguro!" - dijo Nube, guiando a los demás.
Encontraron un gran árbol bajo el cual refugiarse hasta que la tormenta pasara. Allí, se acurrucaron juntos, y Nube se sintió orgulloso de haber ayudado.
"¡Gracias, Nube! ¡Eras muy valiente!" - dijo Lila, mirándolo con admiración.
"Yo... yo nunca pensé que podría ser valiente" - respondió Nube, sintiendo el calor de la amistad.
Cuando la lluvia cesó, el sol salió nuevamente, y el arcoíris se dibujó en el cielo. Todos los gatos, junto a Lila y Nube, corrieron hacia el parque para jugar y celebrar. Nube nunca había sido tan feliz.
Desde aquel día, Nube ya no era el gatito triste. Aprendió que ser valiente y abrir su corazón a los demás podía traerle alegría y amistad. Y Lila, su humana feliz, siempre estuvo a su lado, recordándole que juntos podían enfrentar cualquier tempestad.
Así, Nube descubrió que la felicidad no se trata sólo de divertirse, sino de compartir momentos, ayudar a otros y ser uno mismo. Y así, el gatito triste se convirtió en el gato más querido del pueblo, lleno de amigos y sonrisas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.