El Gatito y la Luna



Había una vez un pequeño gatito llamado Luni que vivía en un tranquilo vecindario. Desde su ventana, cada noche miraba la luna que brillaba en el cielo. Luni soñaba con conocerla, tocando su luz suave y plateada.

Una noche, mientras miraba cómo la luna iluminaba el patio, Luni le dijo a su amigo el perro Rocco:

"Rocco, ¿no es hermosa la luna? Ojalá pudiera conocerla. ¡Quiero tocarla!"

"Pero Luni, la luna está muy lejos. No podemos alcanzarla." respondió Rocco, moviendo su cola.

Luni no se desanimó. Al día siguiente, decidió que debía encontrar una forma de llegar a la luna. Pensó en construir una máquina. Juntó cartón, papel de colores, y un par de latas viejas que encontró en la calle.

Con la ayuda de Rocco y su amiga la conejita Lila, comenzaron a trabajar.

"Vamos a hacer un cohete", dijo Luni muy entusiasmado.

"¡Sí! Pero debe ser muy fuerte para llevarnos hasta allá", agregó Lila, salteando de alegría.

Después de un día de mucho esfuerzo, el cohete estaba listo.

"¡Listo! ¡Ahora a volar!", exclamó Luni mientras se subía. Rocco y Lila lo siguieron.

Subieron al cohete improvisado y, con un gran salto, ¡el cohete ascendió!

Sin embargo, al poco tiempo de estar en el aire, Luni se dio cuenta de que el cohete no era tan fuerte como pensaban.

"¡Ay, no! Este cohete no nos llevará a la luna!" gritó Luni.

El cohete comenzó a tambalearse y se deslizó hacia un árbol.

" ¡Sujétense!", gritó Rocco, y todos se aferraron a los lados del cohete.

El cohete se estrelló suavemente en un montón de hojas. Se veían un poco desorientados.

"¿Estamos bien?", preguntó Lila mientras se sacudía las hojas.

"Sí, pero… no llegamos ni a la esquina", contestó Luni Piviéndose los pelos con decepción.

Aun así, Luni no se rindió.

"Quizás no podamos ir hasta la luna, pero podemos hacer algo diferente. ¡Vamos a hacer una fiesta bajo la luna!" propuso.

Rocco se puso contento.

"¡Eso es una gran idea! Podremos invitar a todos los vecinos. ¡Y podremos bailar bajo su luz!"

Lila agregó:

"Y yo traeré zanahorias y manzanas para todos. ¡Será divertido!"

Así que comenzaron a prepararse. Decoraron el jardín con luces de colores, trajeron comida deliciosa, y pronto, toda la comunidad se unió.

"¡Es una fiesta a la luna!" gritaba Luni, saltando de alegría.

Cuando la luna apareció en el cielo, todos miraron hacia arriba.

"¡Qué hermosa es la luna!" exclamó Rocco.

"¡Es como una amiga brillante!" agregó Luni, con su corazón lleno de felicidad.

Bailaron, cantaron y comieron todas las ricas golosinas.

"¿Ven? Aunque no llegamos a la luna, tenemos un momento mágico aquí, juntos", dijo Luni con una sonrisa.

Y así, bajo la luz de la luna, Luni aprendió que aunque sus sueños pueden parecer inalcanzables, la verdadera magia estaba en compartir momentos con sus amigos y crear recuerdos.

Desde esa noche, cada vez que miraba la luna, Luni sonreía y la saludaba:

"¡Hola, luna! Sabemos que estás lejos, pero siempre estás aquí para nosotros."

Y la luna, que iluminaba el cielo, parecía brillar un poquito más para el simpático gatito y sus amigos.

FIN.

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