El gatito y su amigo Juan



Había una vez un pequeño gatito llamado Tomás. Vivía en una casa grande y cómoda con su familia humana, quienes lo querían mucho.

Pero un día, sin previo aviso, la familia se mudó y dejó a Tomás abandonado en la calle. Tomás estaba muy triste y asustado. No sabía cómo sobrevivir en la calle sin nadie que lo cuidara. Pasaron varios días antes de que alguien se acercara a él.

Un niño llamado Juan caminaba por la calle cuando vio al gatito solitario. Se acercó con cuidado y le ofreció comida y agua. Tomás estaba tan hambriento que devoró todo lo que le ofrecieron.

"Pobrecito, no tienes a nadie", dijo Juan mientras acariciaba a Tomás. Desde ese día, Juan visitaba a Tomás todos los días para darle de comer y jugar con él. El gatito comenzó a confiar en el niño y se fue acostumbrando a su presencia.

Pero un día, cuando Juan llegó para verlo, descubrió que Tomás había desaparecido. Buscó por todas partes pero no pudo encontrarlo. "Lo siento tanto", le dijo el niño triste mientras buscaba al gato perdido.

Después de mucho buscar, finalmente encontraron a Tomás escondido detrás de unos arbustos cerca del parque donde habían jugado juntos antes. Estaba herido y temblaba de miedo. Juan llevó inmediatamente al gatito al veterinario para curarlo.

Después de algunas semanas de tratamiento médico intensivo, Tomás volvió a estar saludable. "No te preocupes, pequeño amigo", le dijo Juan mientras lo abrazaba. "Nunca volverás a estar solo". A partir de ese día, Juan se convirtió en el mejor amigo de Tomás.

Lo llevó a su casa y lo cuidó como si fuera un miembro más de su familia. El gatito nunca volvió a sentirse abandonado ni triste otra vez.

La historia de Tomás es un recordatorio para todos nosotros sobre la importancia de ser amables y ayudar a los demás, especialmente cuando están en necesidad. Con un poco de amor y compasión, podemos hacer una gran diferencia en la vida de alguien que lo necesita.

FIN.

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