El Gato Anaranjado y sus Nuevas Aventura en la Escuela



En un pequeño pueblo, lleno de colores y risas, vivía un gato anaranjado llamado Tigger. Tigger era un gato curioso y juguetón que siempre tenía mil cosas en su cabeza. Cuando llegó a 1º de primaria, se dio cuenta de que el colegio no era tan fácil como pensaba.

Durante las clases, a Tigger le costaba concentrarse. Mientras la maestra, la señora Pincel, hablaba sobre los números, él se distraía mirando a una mariposa que volaba por la ventana o imaginando la gran aventura que podría tener en el jardín.

"¡Tigger!", decía la señora Pincel suavemente. "Por favor, presta atención a la clase".

"¡Sí, señora Pincel!", respondía Tigger, aunque su mente ya había viajado lejos, a las nubes de los cielos.

Sus amigos, los demás animalitos de la clase, intentaban ayudarlo. Había un perro llamado Rocco que siempre le decía:

"¡Tigger, ven! ¡Juguemos a ser astronautas después de clase!".

"¡Sí! Eso suena genial!", respondía Tigger, pero al mismo tiempo se preguntaba cómo podría hacerlo. A menudo, se sentía agotado por no poder seguir la clase.

Un día, la señora Pincel notó que Tigger no estaba participando y decidió hablar con él.

"Tigger, sé que a veces te distraes un poco. ¿Te gustaría que hiciéramos algunas adaptaciones para que sea más fácil para vos seguir nuestras clases?"

Tigger se emocionó al escuchar esto.

"¡Sí, señora Pincel! ¿Qué podemos hacer?".

La señora Pincel pensó un momento y luego sonrió.

"Podemos usar colores para las actividades, hacer pausas para estirarnos, y yo puedo dar más ejemplos con cosas que a vos te gustan, como las aventuras de los animales en la selva".

Tigger saltó de alegría.

"¡Eso sería increíble!".

Y así, la señora Pincel desarrolló un nuevo plan. En lugar de una rutina estricta, introdujo juegos que mantenían a todos los animalitos activos y aprendiendo al mismo tiempo. En la hora de matemáticas, usaban bloques de colores. Y, lo mejor de todo, entre lecciones, llevaban a cabo pequeñas sesiones de estiramiento y baile, donde todos podían moverse como quisieran.

Con el tiempo, Tigger se dio cuenta de que cada vez le costaba menos concentrarse.

"Señora Pincel, me encanta aprender con colores!".

"Me alegra mucho, Tigger. ¿Y vos notaste que, al movernos, nos sentimos más despiertos?".

"¡Sí! Noté que me ayuda a pensar mejor".

Una tarde, los chicos fueron al patio a jugar. Tigger se sintió un poco ansioso y no sabía si debería unirse. De repente,¿qué pasaría si se equivocaba y no podía seguir el juego?

Pero entonces miró a Rocco, que lo llamaba.

"¡Tigger! ¡Ven! ¡Hoy somos exploradores!".

Decidido, Tigger se acercó.

"¿Qué debemos hacer?".

"Debemos encontrar tesoros escondidos en el jardín!"

El juego era muy divertido. Juntos, comenzaron a buscar piedras especiales, y al final encontraron un lugar donde había flores preciosas.

Esa noche, Tigger volvió a casa y le contó todo a su mamá.

"Hoy, en el colegio, aprendí que cada uno tiene su forma de aprender".

"¿Y cómo es la tuya, querido?".

"A mí me ayudan los colores y moverme a veces".

Su madre sonrió.

"Me alegra escuchar eso, Tigger. Todos son diferentes, y eso está bien".

Los días siguieron pasando, y cada vez, Tigger sentía que aprendía más y también se relacionaba mejor con sus amigos. La señora Pincel invitó a los padres a una clase especial, y Tigger mostró todo lo que había aprendido. Con cada palabra, se sintió más valiente y seguro.

"¡Miren, así es como hacemos matemáticas en nuestra clase!" -exclamó Tigger, mientras mostraba los bloques de colores.

Todos los padres aplaudieron felices, y al final del día, la señora Pincel le dijo a Tigger:

"Ves, Tigger, cuando encontramos la forma de aprender que es mejor para nosotros, ¡podemos lograr grandes cosas!".

Desde ese día, Tigger no solo descubrió el gusto por aprender, sino que también comprendió que ser diferente es lo que lo hace especial. Con sus amigos a su lado y nuevas estrategias, se sintió más en casa en su colegio, y cada día estaba listo para nuevas aventuras.

Y así, el gato anaranjado aprendió que ser él mismo y tener aliados era la clave para disfrutar de cada momento en el colegio. Las adaptaciones no solo lo ayudaron a aprender, sino que hicieron que su mundo fuera un lugar lleno de colores y oportunidades para brillar.

FIN.

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