El gato curioso y la granja desordenada



Había una vez un gatito llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo junto a su dueña, Clara. Mateo era muy curioso y siempre buscaba aventuras emocionantes.

Aunque Clara le advertía constantemente sobre los peligros que podían acecharlo fuera de casa, Mateo no podía resistir la tentación de explorar el mundo. Un día soleado, mientras Clara estaba ocupada en la cocina preparando la cena, Mateo decidió salir a dar un paseo por el vecindario.

Se deslizó sigilosamente por la puerta entreabierta y se adentró en las calles del pueblo. Mateo caminaba con confianza hasta que sus ojos se posaron en una granja cercana. La curiosidad lo invadió y decidió acercarse para ver qué había allí.

Al llegar a la granja, vio una puerta abierta y no pudo resistirse a entrar. Dentro de la granja, Mateo descubrió una sala llena de cajas apiladas hasta el techo.

Sin pensarlo dos veces, escaló las cajas más altas para tener una mejor vista del lugar. Pero cuando llegó a la cima, perdió el equilibrio y cayó al suelo con un ruido estruendoso.

El dueño de la granja, Don Ernesto, escuchó el ruido y corrió hacia el lugar donde provenía. Al ver al travieso gatito tirado en medio del desorden causado por su caída, frunció el ceño. - ¡Vaya! ¿Y tú quién eres? - preguntó Don Ernesto mientras levantaba a Mateo del suelo.

Mateo, asustado pero valiente, respondió: - Soy Mateo, el gato curioso. Lo siento mucho por haber causado este desorden en su granja. Don Ernesto suspiró y le dijo a Mateo: - No te preocupes, pequeño amigo.

Pero debes aprender que la curiosidad puede meterte en problemas si no tienes cuidado. Ahora vamos a poner orden aquí. Juntos, Mateo y Don Ernesto recogieron las cajas y las colocaron de nuevo en su lugar adecuado.

Mientras trabajaban juntos, Don Ernesto le contaba a Mateo historias divertidas sobre la granja y los animales que vivían allí.

Después de terminar de ordenar todo, Don Ernesto se dirigió a Mateo con una sonrisa amable y dijo: - Aunque tu curiosidad te llevó a meterme en problemas, me has ayudado mucho al poner orden en mi granja. Eres un gato especial.

Mateo se sintió feliz por haber podido arreglar el lío que había causado y aprendió una valiosa lección sobre los peligros de ser demasiado imprudente con su curiosidad. De regreso a casa, Clara estaba esperando ansiosa la llegada de Mateo.

Al verlo entrar por la puerta principal con una expresión más sabia en su rostro, ella preguntó: - ¿Dónde has estado? Me tenías muy preocupada. - He estado metido en problemas pero también he aprendido una importante lección sobre ser prudente con mi curiosidad - respondió Mateo mientras frotaba cariñosamente su cabeza contra las piernas de Clara.

Desde ese día en adelante, Mateo siguió siendo un gato curioso, pero aprendió a ser más cuidadoso y a pensar antes de actuar.

Siempre recordaría la lección que Don Ernesto le enseñó en aquella granja: que la curiosidad es buena, pero debe ir de la mano con la prudencia. Y así, Mateo vivió muchas aventuras emocionantes pero seguras junto a Clara, siempre recordando que su curiosidad debía ser canalizada de manera responsable.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!